viernes, 26 de junio de 2009

La Biblia y la herencia afroamericana de Michael Jackson

La Biblia menciona por primera vez la música en Génesis 4. Entre las profesiones de la ciudad, construida en torno a la violencia de Lamec, se halla Jubal, “padre de los que tocan Arpa y Flauta” (Gn.4:21). Al caer el rey de Babilonia, dice Isaías 14, que hubo paz y, en consecuencia, “se cantaron alabanzas” (v.7). Mas adelante, se describe su ruina total, sombríamente, “Descendió al seol [sepulcro] tu soberbia, y el sonido de tus arpas” (v.9).

Hay, en las letras de Jackson, lo que quizá hubo desde Jubal, el artista de moda en días de Lamec. La mentira de Billie Jean que declara que el cantante es padre de un niño que no es suyo; en Bad, el estribillo expresa el deleite del cantante, calificándose como “soy malo”, “soy malo”, “soy malo”; diferente es el mensaje en Beat it, que alienta al joven a no ver sangre y huir de las calles, “solo lárgate”. Cuando Michael graba “blanco o negro”, en 1991, sobre los amores interraciales, ya había empezado a cambiar el color de su piel.

Tres canciones muestran más sensibilidad al dolor humano: “Hombre en el espejo”, que es el ruego al mundo, empezando a hablar con el hombre que veo en el espejo. “Marcharse demasiado rápido” recuerda a los enfermos terminales que como el sol se van, prematuramente, en una tarde nublada. “Sana al mundo”, hazlo un mejor lugar, es otra canción de protesta por el dolor. Toda esa ternura, mientras, enfrentaba acusaciones de abusos contra menores, tribunales y el pago de dineros que compraron silencios y acompasaron su transmutación de negro a blanco y de hombre a remedo de mujer.

Músico genial, con genes no caucásicos fue Jackson. Genes para nada inferiores como burdamente se creyó por siglos. Aun la maldición de Cam, hijo de Noé, debe rebatirse si se sugieren inferioridad racial. Se relaciona con los cananeos que han de servir a los israelitas (cp. Jos.9:23; Jue.1:28, etc.) Los descendientes de Jafet, Cam y Sem, en la “tabla de las naciones” de Génesis 10, tienen principalmente clasificación geográfica. Lo étnico debe entresacarse de la predilección geográfica y sólo se insinúan sus localizaciones, sin particularizar depresión alguna.

Eso sitúa al mayor, Jafet, (v.2-4) como padre de cimerios, medos, jonios, escitas y chipriotas, situados en Anatolia, la región del Egeo y derredores. De Cam se extraen (v.6-20) los pueblos marítimos en torno al mar rojo, el lado asiático y africano del mar rojo; egipcios y cirenios, filisteos, cretenses, Babel, Nínive y los fenicios de Canaán. De Sem, se destacan los hijos de Eber (v.21), padre de los hebreos en sentido genérico. De ellos vienen los asirios, arameos y tribus árabes diversas. En V. 22 esta Elam, antepasado de los iraníes o persas. Vecinos, mas que parientes de Asur y Arfaxad, quien, a pesar de dudas lingüísticas, debe ser, como dice el v. 24, el abuelo de Eber. En ningún momento se coloca a los negros exclusivamente como descendientes de Cam, y menos se les endilga maldición alguna. ¿Por qué querer ser blanco?

Hay otra música, esa que es el centro de la adoración a Dios. Si la adoración es un romance con Dios, la música son las palabras de ese romance. Por eso Dios “habita en la alabanza de su pueblo”. Los instrumentos musicales son el centro de un salmo, el 150. Según este, ellos también son capaces de expresar la grandeza de Dios. Michael Jackson, heredero de la rica espiritualidad musical negra de Estados Unidos, uso su prodigioso talento y su cuerpo para hacer dinero, enloquecer a sus fans y, sin querer, ganarse la mayor soledad, que ahogó su débil corazón. Juzgando superficialmente, el rey del pop, murió como el rey de Babilonia, “Descendió al seol [el lugar de los muertos] tu soberbia, y el sonido de tus arpas”.

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