Los reformadores hablaron de una Iglesia Semper Reformanda, "siempre reformándose". La vida humana esta siempre transformándose. El mundo entero presenta siempre nuevos desafíos. Esto implica retos nuevos a la ética del cristiano. En términos teológicos, los elementos que orientan esa ética son el sentido de obligación moral que proviene de la distinción del bien y del mal y el sentido de responsabilidad.
En cuanto a la obligación moral nace esta del carácter moral del Dios. Contrasta esto con los dioses paganos que eran caprichosos, a veces buenos, otras veces, malos, como sus adoradores. Podían engañar, mentir y esconderse de sus adoradores. Podían exigir a hombres y mujeres el servicio en templos de prostitución “sagrada”; también pedir que sus recién nacidos fuesen inmolados; de igual manera, mover al hombre a hacerse incisiones o cortes en la piel hasta sangrar profusamente. En todo esto, no había una norma propuesta por ellos para distinguir entre lo bueno y lo malo. De hecho, lo que las deidades exigían como “culto”, constituía una monstruosa destrucción del ser humano.
Ese es el aspecto revolucionario de la revelación divina. El carácter de Dios expresado en mandatos que protegen al ser humano. Esos mandatos que definen lo que es bueno y lo que es malo, constituyen en si mismos la protección de la vida, incitan a amar al prójimo, a ejercitar la compasión, a respetar el derecho ajeno, a hablar la verdad etc. Lo que suele tomarse como “criterios religiosos”, y verse sólo en función de Dios, pierde de vista algo central: que la razón por la cual Dios califica ciertas cosas como buenas es para proteger al ser humano; y que lo que es aborrecible a los ojos de Dios es lo que destruye al individuo y a la especie. Con esa instrucción convertida en conducta Dios protege al hombre y a la mujer.
En cuanto a la responsabilidad como el otro eje de la ética cristiana, en términos teológicos, se refiere a la respuesta total, de nuestra vida total, a la demanda total que Dios nos hace. Es una consecuencia de nuestra “creaturidad”. Dios nos ha hecho “personas” como el, y nos ha revestido de una dignidad infinita. El ser creaturas morales, creados a su imagen y semejanza, nos vincula a él de muchas maneras, especialmente, a buscar sus fines: derrotar en el mundo las cosas que a él le ofenden, así como avanzar aquellas que a él le agradan.
Partiendo de ello, la responsabilidad es sobre todo un tema relacionado con las otras personas. Dios nos ha dado la capacidad de amar y a partir de ello nos pide proteger al débil y cuidar del prójimo. De modo que la idea del “pecado” no es sólo “teocéntrica” (centrada en Dios). Es también todo aquello que disminuye, reduce, menoscaba o destruye la vida y dignidad de otra u otras personas.
Promover la justicia, la ley, el orden así como el trabajo y la paz, es un conjunto de tareas que redundan en cultivar la vida y convivencia pacífica y amorosa entre los hombres. Temas todos que facilitan buscar a Dios. Es tarea nuestra (responsabilidad), dar a conocer a Dios y predicar el mensaje de nuestra fe con su contenido ético y moral de respeto por el ser humano, a fin de transformar las actitudes e instituciones del país. Si la “buena nueva” de nuestra fe no ha tocado actitudes e instituciones es irresponsable creer que esta tierra ha sido tocada por el evangelio. La ausencia de cambios tan fundamentales en la vida y la cultura de los guatemaltecos, solo revela que Dios sigue siendo un desconocido.
Debemos repensar desde este fundamento tres ideas claves:
Redescubrir el paradigma de Dios. Los hombres, las naciones y las instituciones sin Dios son enemigos de sus valores. Dios presenta su contracultura, su contra imaginación y su guión para normar la vida de cada ser humano. El llamado a obedecer a Dios se traduce a principios para la vida en donde el ser humano no puede desentenderse ni de Dios ni de su prójimo. La razón por la cual Dios califica muchas prácticas como buenas o santas es precisamente para proteger al ser humano; y aquellas prácticas que son aborrecibles a los ojos de Dios, lo son porque resultan en la destrucción del individuo y de la especie.
Renovar la predicación. El reino de Dios, es el modelo constante para la llamada a la obediencia del pueblo de Dios, de las naciones y de los hombres y mujeres de Dios. El testimonio infalible de las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento es el marco del cual emerge nuestra predicación en torno a la transformación que Dios exige.
Replantear nuestra hermenéutica. La renovación de nuestra predicación pasa por la renovación de nuestra hermenéutica. Aceptamos como marco para estas reflexiones la iniciativa de Dios en darse a conocer al hombre; nuestro principio de Sola Scriptura es un pilar que hoy, como hace quinientos años, se propone una Iglesia Semper Reformanda. Si no renovamos nuestra hermenéutica y nuestros paradigmas en función de la revelación, seguiremos cometiendo los mismos errores de omisión y de comisión.
Guillermo : Interesantes temas, los que has tocado, siempre nos inquieta ver, en donde perdimos el norte como Iglesia Cristiana Reformada Guatemalteca, porque nop permeamos nuestro entorno, y tengo mis comentarios a tus articulos, "La Biblia y nuestra Iglesia, "La Biblia y nuestra Nacion"
ResponderEliminar1. Estamos en nuestras comunidades cristianas, como israel (haciendo cada quien lo que bien le parecia), te lo comento porque ya he estado en circulos de autoridad o Gobierno de la iglesia como anciano pastor", y cuando llegas alli a esos circulos, y te das cuenta lo que se maneja, los celos, envidias ministeriales, principios hasta maquiavelicos de división para lograr sus perversos fines, te asusta, te dan ganas de salir corriendo.
2. Donde perdimos el amor al projimo. lo que tu comentas de lo básico como la dignidad humana, en cada circulo de autoridad o los supuestos lideres, se junta una rosca de hermanos porque, o es prospero, o es el ungido, y queremos que si lo sobamos se nos pegue algo del tal o cual hermano, Que triste!!
3. Donde quedaron la justicia, la verdad, la honestidad en nuestro liderazgo Cristiano. Sabes segumimos en el pueblo solo porque la Salvación petenece a nuestro Dios, pero, hacia el interior de la iglesia del señor, encontrarás apàtia, desanimo, tristeza, por estos lideres que nos gobiernan, y sabes algo los seguimos respetando por el principio de autoridad, aunque como saul, esten locos.
Gracias Mauricio por tus palabras. Yo quisiera sugerir que todo lo que señalas es en efecto real, pero me pregunto si no es el efecto de una problema mayor, el tener algunos de los paradigmas fuera de centro. El culto a la autoridad, la preeminencia del poder y el poco lugar que le va quedando a Cristo y al ser humano en todoe ello.
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