El Dr. Alberto Platt llegó a
Guatemala con su esposa Gladys e hijas, Beth y Bobby, en 1952, para trabajar en
la Radio Cultural, recién fundada en 1950. Los Platt eran graduados de la
Universidad de Wheaton Illinois (A.B. 47’) y don Alberto además era graduado del
Seminario Teológico de Dallas (Th.M. 51’). Estando en el campo misionero hacía
malabares para dirigir la emisora, enseñar en el Instituto Bíblico
Centroamericano, terminar su tesis doctoral y prepararse para los exámenes
doctorales en su especialización, Exposición Bíblica, en el Seminario de Dallas
(Th.D. 62’). Tras aprobar esos exámenes la publicación del IBCA “El estudiante
bíblico” registró estas palabras: “he encarado una de las prueba más difíciles
de mi vida.” Era entonces un joven de 35 años, que tenía ya 10 años de “antigüedad”
como misionero.
En los años 50’s, en la Radio Cultural,
los Platt grabaron verdaderas joyas de la programación radial cuando había nada
o casi nada para programar. Musicalmente, con doña Gladys al piano o al órgano,
Donaldo Rutledge cantando, y don Alberto en la locución, se hacían programas como
en las radios americanas de la época: programas en vivo, en donde todo salía
perfecto. Los Platt tenían gran talento musical y el castellano de don Alberto
era ideal para la Radio. Sus programas aun se oyen en la Radio Cultural y los
mensajes de don Alberto siguen siendo inspiradores y cálidos, así es la Palabra
de Dios.
La primera memoria que tengo de
don Alberto sucedió quizá en 1969 en Panajachel, a orillas del lago de Atitlán.
Mi familia tenía una propiedad en la región y visitábamos en lancha Panajachel
como pasatiempo de fin de semana. Le vi con Brendy, su tercera hija, nacida en
Guatemala, quien a esas alturas tenía casi la misma edad que yo, compartían ellos momentos de diversión propios de los que disfrutábamos del lago, pasear en
lancha o bucear. Yo era apenas un adolescente pero, el “pañuelo” que era
Guatemala entonces y, la condición especial de Brendy, me hicieron recordar que
en efecto le había visto por primera vez en Atitlán. No sabía que nuestros
caminos se cruzarían adelante.
Don Alberto asumió la dirección
del Instituto Bíblico Centroamericano (IBCA) en un momento de crisis en enero
del año 1965. Pronto se dispuso a preparar el equipo que superaría el impase en
el que se encontraba el instituto bíblico: no admitir estudiantes sin educación
primaria y no ser suficientemente atractivo para quienes habían terminado la
secundaria. Así presidió con gran vitalidad la creación del Seminario Teológico
Centroamericano cuyo primer rector seria el Dr. Emilio Antonio Núñez. La visión
y capacidad ejecutiva de don Alberto eran evidentes y el Seminario Teológico
Centroamericano empezó a crecer.
La segunda vez que vi a don
Alberto fue en 1973, cuando estaba por graduarme de secundaria. El predicó en
el campamento de graduandos en Monte Sion. Recuerdo su voz calmada, reflexiva y
su mensaje de 1 Jn.3:1: “Mirad cual amor nos ha dado el padre,” hizo invitación
evangelística y el llamado a servir al Señor. Esa noche lo acompañó un grupo de
estudiantes del Seminario Teológico Centroamericano, cada cual compartió su
testimonio. Estaba él entonces, en transición, por salir de Guatemala, en 1974,
para ser el nuevo Presidente de la Misión Centroamericana, cuyas oficinas se
hallaban en la ciudad de Dallas, Texas, Estados Unidos.
Atrás quedarían 22 años de vida,
cientos de programas radiales grabados, centenares de horas de docencia teológica,
cientos de sermones radiales en impecable castellano, cientos de horas
predicando por todo el país, muchísimas horas como piloto llevando niños y
niñas a clubes infantiles, transportando el coro del Seminario por
Centroamérica y Estados Unidos, y dejaba atrás también un puñado de escritos,
entre ellos los artículos del Diccionario Ilustrado de la Biblia, editado en
1974: “Adramitena,” “Anfípolis,” “Antioquía,” “Antipatris,” “Apolonia,” “Areópago,”
“Atalía,” “Atenas,” “Batos,” “Benjamín,” “Braza,” “Cencrea,” “Clauda,” “Codo,” “Creta” ¡y unos 30 artículos más! ¡Qué forma maravillosa de pasar 22 años productivos de
ministerio!
Formalmente, al fin, fuimos
presentados, en 1975, por don Max Pérez, Profesor del Seminario y ex alumno de don
Alberto, cuando yo ya era estudiante del Seminario teológico
Centroamericano. Y nuestros caminos no se cruzarían de nuevo hasta el año 1978,
cuando yo arribaba a Dallas para visitar el Seminario Teológico de Dallas a
donde esperaba ingresar al año siguiente. Nunca olvidaré la imagen, don Alberto
me esperaba sentado en el viejo auto blanco, chevy quizá, leyendo para hacer
tiempo en la estación del bus, para llevarnos a almorzar. Un hombre ocupado,
dirigiendo una obra internacional hacia espacio en su agenda para pasar un poco
de tiempo con este prospecto de estudiante al que apenas conocía.
En su paso por la Central American Mission ésta se
convirtió en CAM International con la
resolución de ampliar el enfoque de la Misión más allá de Centroamérica, a
España, al Sur de Estados Unidos y México. Eso requirió de él casi estar en más
de un lado a la vez, si, simultaneamente. Desarrolló el don de la "ubicuidad" predicando en miles de iglesias, en cientos de conferencias misioneras y en docenas de escuelas teológicas
por todo el país. A su retiro de CAM, en 1992, corresponden sus escritos para Ediciones
las Américas (ELA): “Verdadero Hombre, Verdadero Dios (Lucas Tomo I),” 1993. “Verdadero Hombre, Verdadero Dios (Lucas Tomo II),” 1993. “Para Que Creáis (Juan),” 1995. “Respuesta De Dios a Las Crisis (Hageo Y Malaquías),” 1998. “Promesas Y Proezas De
Dios (Josué),” 1999.
Para mí fue un alto honor haber
estado fugazmente en las tres instituciones que don Alberto ayudó a forjar, la
Radio Cultural en la que, cuando era estudiante de teología produje dos
programas institucionales, pequeña tarea que me da un lejano sentido de su
enorme ministerio radiofónico. También en el Seminario Teológico
Centroamericano, al que estuve vinculado por más de 20 años y en la Misión Centroamericana
desde la cual serví de los años 1982 a 1994. Conocí realmente a "los Platt" gracias a mi amistad con Gonzalo, su yerno, y Beth su hija mayor, entrañables hermanos. Fue gracias a ellos que tuve la oportunidad de estar un poco mas cerca de la familia a mi paso por Dallas, su lugar de residencia. Don Alberto, hace poco, tuvo que encarar dos pruebas ciertamente más grandes que la aludida al principio de esta nota, la pérdida de su esposa Gladys a finales del 2009 y luego de su hija Brendy Joanne en 2011, queridas hermanas hoy en la presencia del Señor.
Recién vi a don Alberto en un
video filmado apenas días atrás (junio 2013). Su castellano sigue impecable,
su claridad mental y agilidad verbal también, no esperaba otra cosa. Estoy
seguro que aun cuando no puedo verlo, su corazón está más sensible y fraterno
que nunca. Siempre ha sido padre amoroso, hermano servicial de cuantos ha
conocido, amigo deferente y abuelo de muchos nietos, propios y ajenos. Gracias
a Dios por la vida de don Alberto para quien “las personas son más importantes
que las cosas” y para quien “el Señor es la medida de todas las cosas.” Hace tres semanas, el 17 de mayo, don Alberto
estuvo de cumpleaños. Aunque tarde ¡Feliz Cumpleaños don Alberto!