La importancia de las distinciones teológicas es una de las
razones de la teología. Parece sinónimo de la importancia de la definición,
pero postmodernamente, la definición disgusta a muchos porque traza limites a
gentes resueltas a no reconocerlos. Es lo que distingue al libre pensador del filósofo.
El libre pensador es uno que discurre alegremente por la vida sin importarle
mucho posiciones, puntos de mira o referencias más allá de las existenciales. Es
un afirmar existencial que tiene de peso los treinta segundos que me tomo
formular mi declaración.
Eso es lo opuesto a la teología que te pide responsabilidad
en lo que dices, alegría si, para buscar la verdad pero mucha ponderación porque
tus palabras son parte de un discurso de siglos. Prácticamente son parte de una
cátedra que no empezó con tu llegada al mundo teológico sino muchos siglos atrás.
Teología es entonces libertad pero del Espíritu más que libertad de disentir
con el parlamento anterior.
El disenso es un disenso calificado por la doctrina, la hermenéutica
y la palabra. Mientras que la libertad de expresión es el tesoro más valioso
para el libre pensador, la libertad interior y de conciencia se considera
superior y anterior a la libertad de expresión. Esa libertad es la que mana del
Espíritu y se traduce a doctrina y debate.
El debate entonces no es tesis, antítesis y síntesis. No es
sic et nonc. Es el silbo apacible en el
cual se encuentra la presencia del Señor.
El debate es primero un debate consigo mismo y solo entonces un debate
con mi hermano. Porque la idea al debatir no es censurar la palabra sino encontrar
la palabra, o mejor aun dejarme encontrar por la palabra. Sin esa actitud que nace también del Espíritu
el debate no solo carece de legitimidad, es que aun mas, carece también de
valor.
De acuerdo con todo. Todo objeto de conocimiento se trata con los instrumentos que le son proporcionales, por lo tanto es contradictorio, incoherente, inconsistente e incongruente (no sé si dejo fuera otro adjetivo) discutir en tono hostil sobre Dios. Quien se ofende u ofende en las discusiones teológicas revela que no está hablando realmente de Dios. Si todos se ofenden y pelean, ninguno está hablando de Dios. La caridad y la fe son componentes necesarios en todo ambiente de discusión teológica. Si se excluye a uno de los dos, también se exluye a Dios.
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