Hay razones muy poderosas para elegir un papa
latinoamericano. La iglesia católica perdió fieles en Europa tras la ilustración.
La prensa europea se preguntó recientemente ¿por qué dedicarle tanto espacio a la elección del
papa cuando el consenso de la sociedad ha sido ya por dos siglos que “Dios no
existe?” Esa es la visión de los
europeos, que explica por qué, por ejemplo, solo el 21% de la población española asiste
a la Iglesia, cuando el 80% de los españoles se confiesan católicon. Esa visión es muy distinta a la de los latinoamericanos.
En Latinoamérica, la Iglesia tiene grandes números
pero también ha perdido terreno. En Brasil, con 100 millones de católicos de los
182 millones de población, cerca de medio millón abandona la Iglesia cada año. En México, a mediados del siglo pasado se
estimaba que el 98 % de la población era católica. Hoy se calcula que de los
102 millones de habitantes el porcentaje ha caído por debajo del 88%. En Colombia solo dos de cada tres habitantes
se declaran católicos hoy, mientras en el último tercio del siglo XX era la
totalidad.
En Guatemala algunos estudios reportan que la
mitad de la población es protestante, por ejemplo, un estudio independiente
realizado por una entidad católica alemana en 2011. Cálculos más conservadores sitúan
la "perdida" en solo 4 millones de guatemaltecos, una tercera parte de la población.
El caso de El Salvador es similar. Según la Vicaria Episcopal de Costa Rica 658
persona abandonan la Iglesia diariamente en ese país. Otros reportes indican
que 52% de los costarricenses se declaran no católicos contra el 44% que aun
profesan serlo.
Hay muchas explicaciones para este
fenómeno. El factor principal es el
crecimiento del protestantismo, que reporta un conservador crecimiento general del 15%, pero esa no
es la única razón. Dios está pasando a un segundo plano como sucedió hace
siglos en Europa. Además hay quienes
postulan razones internas como la involución o retroceso frente al Concilio
Vaticano II. Para otros, ha sido la excesiva preocupación de la Iglesia con un
discurso secular apoyado en la izquierda política y en la lucha de clases. Las
vocaciones han caído en todo el continente y, el caso de México se repite en otros
países, guardando las distancias. Por ejemplo, hay un sacerdote por cada 7,200 feligreses
mientras que hay un pastor por cada 230 creyentes. El sacerdote tiene en promedio
65 años de edad mientras el pastor 32. Para mas datos ver: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=31548
Es claro que la pérdida de la fe no la detiene
un papa, como ya sucedió en Europa. Hay otros elementos que se requieren para esto.
El conciliarismo que es colocar por encima del papado a un Concilio es una aspiración
tan antigua como el Renacimiento y el Concilio de Constanza (1414). En palabras del cardenal alemán Walter Kasper, pronunciadas en vísperas
del cónclave “Hay que gobernar la Iglesia de otra forma. ¿Cuál? Colegialidad es
la palabra. Se necesita un gobierno horizontal. Hay que salir de este
centralismo, que no tiene nada que ver con el centro.”
Hans
Küng se ha quejado de que no se ha cerrado adecuadamente la brecha entre la Iglesia
y la Reforma Protestante, se han ignorado los problemas que causa el celibato (en
la sexualidad) y se ha dejado fuera de la ordenación a las mujeres. La Iglesia
ha optado por mantener el modelo de la romanización y germanización de la fe en
vez de optar por el modelo más excelente de “enseñarles todas las cosas que os he mandado.”
Todos estos puntos son ampliamente practicados por los protestantes y en lugar
de destruir la fe esta parece crecer y pasar por procesos más ágiles de adaptación
y de reforma interna.
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