martes, 2 de abril de 2013

Un Papa americano: Una mirada tras la pompa y boato

Hay razones muy poderosas para elegir un papa latinoamericano. La iglesia católica perdió fieles en Europa tras la ilustración. La prensa europea se preguntó recientemente ¿por qué dedicarle tanto espacio a la elección del papa cuando el consenso de la sociedad ha sido ya por dos siglos que “Dios no existe?”  Esa es la visión de los europeos, que explica por qué, por ejemplo, solo el 21% de la población española asiste a la Iglesia, cuando el 80% de los españoles se confiesan católicon. Esa visión es muy distinta a la de los latinoamericanos.
En Latinoamérica, la Iglesia tiene grandes números pero también ha perdido terreno. En Brasil, con 100 millones de católicos de los 182 millones de población, cerca de medio millón abandona la Iglesia cada año.  En México, a mediados del siglo pasado se estimaba que el 98 % de la población era católica. Hoy se calcula que de los 102 millones de habitantes el porcentaje ha caído por debajo del 88%.  En Colombia solo dos de cada tres habitantes se declaran católicos hoy, mientras en el último tercio del siglo XX era la totalidad.  
En Guatemala algunos estudios reportan que la mitad de la población es protestante, por ejemplo, un estudio independiente realizado por una entidad católica alemana en 2011. Cálculos más conservadores sitúan la "perdida" en solo 4 millones de guatemaltecos, una tercera parte de la población. El caso de El Salvador es similar. Según la Vicaria Episcopal de Costa Rica 658 persona abandonan la Iglesia diariamente en ese país. Otros reportes indican que 52% de los costarricenses se declaran no católicos contra el 44% que aun profesan serlo.
Hay muchas explicaciones para este fenómeno.  El factor principal es el crecimiento del protestantismo, que reporta un conservador crecimiento general del 15%, pero esa no es la única razón. Dios está pasando a un segundo plano como sucedió hace siglos en Europa. Además hay quienes postulan razones internas como la involución o retroceso frente al Concilio Vaticano II. Para otros, ha sido la excesiva preocupación de la Iglesia con un discurso secular apoyado en la izquierda política y en la lucha de clases. Las vocaciones han caído en todo el continente y, el caso de México se repite en otros países, guardando las distancias. Por ejemplo, hay un sacerdote por cada 7,200 feligreses mientras que hay un pastor por cada 230 creyentes. El sacerdote tiene en promedio 65 años de edad mientras el pastor 32. Para mas datos ver: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=31548
Es claro que la pérdida de la fe no la detiene un papa, como ya sucedió en Europa. Hay otros elementos que se requieren para esto. El conciliarismo que es colocar por encima del papado a un Concilio es una aspiración tan antigua como el Renacimiento y el Concilio de Constanza (1414). En palabras del cardenal alemán Walter Kasper, pronunciadas en vísperas del cónclave “Hay que gobernar la Iglesia de otra forma. ¿Cuál? Colegialidad es la palabra. Se necesita un gobierno horizontal. Hay que salir de este centralismo, que no tiene nada que ver con el centro.”
Hans Küng se ha quejado de que no se ha cerrado adecuadamente la brecha entre la Iglesia y la Reforma Protestante, se han ignorado los problemas que causa el celibato (en la sexualidad) y se ha dejado fuera de la ordenación a las mujeres. La Iglesia ha optado por mantener el modelo de la romanización y germanización de la fe en vez de optar por el modelo más excelente de “enseñarles todas las cosas que os he mandado.” Todos estos puntos son ampliamente practicados por los protestantes y en lugar de destruir la fe esta parece crecer y pasar por procesos más ágiles de adaptación y de reforma interna. 

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