miércoles, 7 de octubre de 2009

En el mes de la Reforma: incidencia histórica de la Reforma Protestante IV

3. Que hacer para que la Reforma protestante tenga incidencia hoy

¿Eran las ideas de los Reformadores en materia social, exclusivamente bíblicas? Realmente no. ¿De dónde obtuvieron los reformadores algunas de sus ideas sociales? Las obtuvieron en buena parte del humanismo o studia humanitatis, que surgió en 1350. Para los Reformadores, la cronología de la historia antigua, hizo evidente la acción de un Dios soberano en toda la historia.


Los Reformadores estudiaron historia, critica literaria, gramática, poesía, filología y retórica. Estos conocimientos incluían el punto de vista de los antiguos textos grecoromanos. Dicho de otra manera, los reformadores eran conocedores de la doctrina política de Platón y Aristóteles. Esa enseñanza de los griegos que coincide en términos generales con la libertad y derechos que el Antiguo y Nuevo Testamentos asignan al hombre. Esas convicciones, sometidas a la Palabra de Dios, producen conclusiones muy prácticas entre los Reformadores.


Estas convicciones prácticas de los reformadores se expresan también en el gobierno local o gobierno municipal. Ellos estaban comprometidos con la forma de gobierno más cercano al pueblo. Ahí es donde se construye ciudadanía y amor por lo propio. Ahí es donde se defienden las libertades y se construye la identidad nacional. Ese gobierno cercano al pueblo les llevó a tener una buena imagen de la política.

En el renacimiento, en su primera época, entre 1350-1450, se ponía más énfasis en el gobierno más próximo al pueblo. Calvino y Zuinglio habían tenido mas contacto con ese gobierno que con el gobierno central del que hablo Maquiavelo. Por eso para Calvino la máxima vocación de un hombre era la política, la cual en un sentido él ejerció en Ginebra. Maquiavelo (1469-1527), había explicado con realismo la política desde la perspectiva del príncipe (1513). Explico cómo funcionan el poder central y los intereses del estado, o sea, esa forma de gobierno más lejana al pueblo. De donde, se exige más ética en el gobierno más cercano al pueblo y menos ética en el gobierno mas alejado del pueblo. Esta es otra razón por la cual los evangélicos no entran a la política, porque nos cuesta entender que los estados no tienen ética, solo intereses.

Pero avanzando en la tesis que queremos proponer debemos volver a un punto básico. La iglesia en nuestra América Latina vive dentro de un ordenamiento jurídico que jamás ella ha evaluado con detenimiento. ¿Qué es el ordenamiento jurídico? Sus constituciones. Las constituciones son producto de la Revolución Francesa que creía era posible crear un mundo mejor con base a la razón de unos pocos, de los legisladores, por encima de la sabiduría de todos.

Ese mismo ordenamiento es también producto de la tradición jurídica española. Desde la perspectiva española, había que definir la sociedad según las intenciones de sus legisladores. Todo el legalismo y casuismo jurídico, a riesgo de ser simplista, se encierra en esto: dar poder discrecional al gobernante, para que el haga posible el proyecto de desarrollo y bienestar para todos. Así, la sociedad perfecta, una vez concebida por los legisladores, se ha de lograr por los gobernantes. Por supuesto, todos celebran las buenas intenciones de la legislación pero nadie evalúa los malos resultados de las buenas intenciones. De Iberoamérica podríamos decir mucho mas, pero quedémonos con ese único dato.

Que puede hacer la iglesia? Primero entender cual es el problema. Cuando uno estudia el modelo del Estado Latinoamericano se descubre que es un estado solidario. Eso significa que en el Estado Latinoamericano se espera una relación entre sus miembros mas o menos vinculante, como la que se da en la familia o como la que se da en la Iglesia. Pero esa conducta solidaria por más buena que parezca, resulta perversa. Porque se traduce en una deshonra a las reglas. Las reglas se sustituyen por las relaciones.

La solidaridad es buena para la familia y para la iglesia porque hay reglas que la sustentan. En la familia y en la Iglesia las personas reales, nosotros, somos solidarios dentro de los parámetros de lo que es el bien y el mal. Pero resulta que en la sociedad se espera que seamos solidarios sin tomar en cuenta el bien y el mal. El policía pide solidaridad al infractor y este al policía y ambos traicionan las reglas y la justicia. El trabajador que llega tarde pide solidaridad al supervisor y este la otorga, sabiendo ambos que traicionan los principios de la empresa.

Esta ética de situación destruye la fibra moral de la sociedad y hace imposible la proyección de la misión de la Iglesia. Es mas, suponer que el estado es el ámbito de la solidaridad, se constituye en una falsificación de la Iglesia. Se falsifica entonces la solidaridad de la iglesia y esa adulteración produce algo que no es ni piadoso ni útil a todos. Antes solía aceptar que la Iglesia no ha formado bien a los cristianos.

Hoy digo no es que haya fallado en su misión transformadora, es que no puede llevarla a cabo en un contexto en donde aprendemos desde niños que no existe el bien ni el mal sino solo la ética de situación; en donde los derechos de todos son relativos "por ley". La obediencia civil en Romanos 13 se ordena por causa de conciencia. En otras palabras, lo más sensible de la fibra moral del cristiano se nutre al obedecer a la autoridad que significa seguir el bien y apartarse del mal. Pero esto es imposible en donde el Estado nos impone una ética de situación o actuar según las circunstancias.

Si no entendemos la filosofía detrás de las constituciones de América Latina, jamás veremos con sospecha a las instituciones corruptas, y corruptoras de la conciencia de la Iglesia, jamás saldremos del hoyo moral en el que estamos metidos. ¿Por qué mencionar este dato tan básico y tan poco teológico al hablar de las tareas de la iglesia? El punto, con relación al ordenamiento jurídico, es que la iglesia no percibe la idolatría que se supone hay en el Estado latinoamericano. Y la crítica a esa idolatría es acaso el único asidero que tenemos para lograr el cambio social en América Latina a partir de la Iglesia. Cuando negociamos para buscar intereses personales en lugar de la obediencia a la ley, caemos en avaricia. Y Pablo nos ha dicho que la avaricia es idolatría!


CONCLUSION

Por tanto, por ser una falsificación de la Iglesia, por obstaculizar la obediencia, por eliminar las reglas que enseñan la diferencia entre el bien y el mal, y por privilegiar las conveniencias, enseñándonos a vivir en bancarrota espiritual, tenemos suficientes razones teológicas para cabildear políticamente y pedir la sustitución del modelo de Estado que tenemos hoy en América Latina.

Así resolveremos la tensión que existe entre la fe y la practica de la fe. El otro modelo de estado al que nos referimos aquí no es el modelo marxista, no es el modelo solidario de las sociedades latinoamericanas. Es el modelo de un gobierno de reglas, pocas, y nacidas del respeto a la persona humana, que ha llevado a los países del primer mundo a estadios insospechados de progreso. Esas reglas definen la diferencia entre el bien y el mal como lo enseña nuestra doctrina cristiana defendida desde la Reforma hasta nuestros días.

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