miércoles, 5 de agosto de 2009

La Biblia y su contribución a la política

La principal contribución política de la Biblia es asentar el infinito valor de la persona humana. Lo hace de varias maneras. Primero, manifestando que el hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios; segundo, protegiendo la vida humana; tercero, afirmando la igualdad de todos los hombres delante de Dios. Finalmente, enseñando la libertad con que Dios ha dotado al hombre. Con esos elementos, la Biblia suscita ideas como la democracia, los derechos humanos, la compasion por el debil y tener los mismos tribunales y las mismas leyes para todos por igual.

En la historia de las ideas, el hombre fue considerado un ser racional, pero no siempre, tenido como un agente libre. Entre los griegos se consideraba valido ser esclavo y tener esclavos. Entre los romanos, la mitad de la población era esclava. El amo podía quitarle la vida a su esclavo en cualquier momento y los hijos del esclavo eran propiedad del amo.

Fue en los siglos IV y V, de la era cristiana, que se consideró a Dios y al hombre como personas. Idea que viene del teatro, en el cual los actores representaban distintos “personajes”. Una misma persona podía representar diversos personajes sólo con cambiar de máscara, o de “prosopon”, de ahí, la idea de personas. De esa terminología viene el concepto con el que se reconoce que Dios es persona. Lo es porque tiene afectos, intelecto, voluntad y conciencia de si mismo. Por ello, el hombre es también persona, pues comparte tales características del creador, en virtud de ser hecho a imagen y semejanza suya.

Esta conclusión es en la que se fundamenta el infinito valor de la persona humana. Si es así, entonces no se le puede esclavizar; no se le puede torturar; no se le debe matar; no se le debe condenar, sin debido proceso; no se debe discriminar entre pares; no se pueden conculcar sus derechos civiles, etc. Este es el origen de los sistemas de gobierno que protegen al ser humano.

La forma de organización social, históricamente probada, que resulta más respetuosa de la persona humana es la república. En ella, hay un equilibrio de poderes de tal manera que ninguno de ellos abuse del ser humano. También, se endereza al mismo objetivo, afirmar los derechos de la persona humana (vida, propiedad, libertad, contratos y la familia). En Guatemala, están consignados en el Título II Capítulo I de la Constitución. Estas ideas son acrecencias del dato más fundamental que tiene lo político, el infinito valor del ser humano.

No hay en la Biblia modelos económicos, tampoco los hay políticos. Ni la democracia, ni el capitalismo, ni el libre mercado son ideas bíblicas. Pero tampoco es ideal bíblico la planificación centralizada, el partido socialista, ni son bíblicos la corrupción y el militarismo de los Estados de izquierda. Buscar imitar las instituciones de la Biblia tiene sus límites. Claramente se rescatan el hogar, la familia, la Iglesia y el trabajo. Pero ¿Cuál es la estructura definitiva del Estado? No podemos imponerla a la sociedad, sin adoptar otras formas que la experiencia humana ha probado nocivas, como la esclavitud, la monarquía y la guerra.

La idea política dominante de la Biblia es la monarquía, es decir, el reino de Dios. Por encima de ello, la ley divina insiste que Dios es el paradigma del bien y que el sanciona lo que es malo. En esas leyes, lo que Dios llama “el bien” siempre protege al ser humano y a sus especie y lo opuesto siempre destruye al ser humano y a su prole. De ese fondo espiritual maravilloso proviene la igualdad y dignidad de la mujer; el rechazo al trabajo infantil; la abolición de la esclavitud y la afirmación, no sólo de derechos civiles, sino aun de derechos políticos, por supuesto, no del mismo rango que los primeros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario