martes, 2 de noviembre de 2010

Guiado por una misión y visión


Quinto compromiso
Desarrollar un liderazgo que lee, que piensa y que tiene una visión
Problema: HACEMOS MUCHO Y PENSAMOS POCO

¿Cuál ha sido la necesidad descubierta en este ejercicio? ¿Con qué paradigma hemos estado ejerciendo el ministerio? ¿Insistimos en servir mejor o en servir igual? ¿Tenemos que estar atados al pasado?

La más grande necesidad que probablemente usted ha descubierto en estos ejercicios es que necesita más preparación, que le es imperativo crear un nuevo liderazgo para cambiar de forma de pensar. La iglesia tiene las herramientas e ideas correctas para el año 1960, desafortunadamente, cambiamos de siglo y no hemos cambiado de forma de pensar.

Es importante que el cambio de mente se ajuste a las necesidades de la gente y no a las modas. No consiste en probar novedades o estilos sino en alcanzar a los seres humanos que están atrapados por la cultura. La afirmación más atrevida en este sentido la hizo Pablo,  me he hecho a los judíos como judío, a los legalistas como legalista y a los sin ley como si no tuviera ley, estando bajo la ley del amor o ley de Cristo (1 Co.10:20,21).

El ministerio cristiano se proyecta en un marco social que por un lado critica la cultura y por el otro transforma la cultura, así como también crea nueva cultura. Pero ese impacto tan importante sobre la cultura, no se hace optativamente, si no inevitablemente, por eso es tan sensible definir como entendemos la visión, misión y práctica de la fe, porque eso tendrá consecuencias, no sólo históricas si no también eternas.

Crear una visión (la gran idea que Dios nos ha propuesto) puede incluir alguno o todos de lo siguiente: el propósito del ministerio (por qué existimos), su misión (expresar la tarea), los valores (aspectos únicos o enfatizados), la estrategia (cómo hará la tarea propuesta), la gente que alcanzará (grupo objetivo) y el lugar de trabajo (dónde se anclará la tarea).  Para determinar la visión es necesario orar, pensar en grande, seleccionar un buen equipo, hacer una lluvia de ideas, escribirla y armarse de paciencia para hacer el proceso de redacción y de revisión. Aquí las palabras son muy importantes, debe expresarse brevemente, seleccionando las palabras con cuidado. Fijarse la fecha cuando terminarán.

Una vez tenga una visión y misión adecuadas, comuníquela a un equipo de trabajo que se compromete a ejecutarla. Al equipo usted le comunica que cada persona vale infinitamente, además usted reconoce el aporte de cada quien, celebra sus logros y enfatiza la perspectiva de equipo: todos somos líderes y siervos. Armado con esas ideas usted tiene recursos para delegar, supervisar, controlar y dirigir sin humillar ni exigir.

La visión de Nehemias fue:“Dije al rey… envíame a Judá… y la reedificaré… lo que Dios había puesto en mi corazón… Les dije… venid y edifiquemos el muro de Jerusalén…” (Neh.2:5,12,17). Nuestras congregaciones deben tener un sentido claro de la misión de Dios y una visión de futuro la cual comunicará claramente a todos los miembros y guiará sus programas, presupuestos y prioridades personales. Necesitamos  agencias en la iglesia que facilitan la visión y la misión. La disposición al cambio y a tomar riesgos, son cruciales para la continua efectividad del ministerio de la iglesia local.

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