Teología, solía ser una palabra exótica que asustaba a algunos, y el término teólogo era una profesión medieval que muchos relacionaban con la tonsura que depredaba las cabelleras de jóvenes frailes para simular edad y sabiduría. Hoy, con la emergencia de facultades evangélicas en las universidades, el teólogo y la teología son más familiares, sin dejar de ser del todo incomprendidas.
“Teología es el conocimiento de Dios por medio de la revelación escrita”. Theos, es la palabra griega que da contenido al discurso centrándolo en Dios, y logos es el desarrollo estructurado y formal de ese discurso a cerca de Dios. En la definición anterior, el verbo es nos dará la equivalencia de ese discurso por medio de su función atributiva o copulativa. El término conocimiento implica, a la vez, saber racional y práxis, teoría y práctica: no es teoría que aterriza siempre en práctica, ni es práctica divorciada de toda teoría. Finalmente, Dios no es un saber intuitivo que aparece plenamente percibido o detallado en la mente de cada hombre, la teología es un fenómeno textual. Dios se da a conocer en su Palabra.
En el mundo secular, la teología tiene como función cuestionar los más tenaces supuestos de la cultura moderna en nombre del evangelio. La conflictividad, como motor de la historia, que se convierte en conflictividad entre grupos humanos y en paradigma para interpretar las acciones humanas, ¿es parte de la visión social y económica de la Biblia? La preeminencia de la razón, en contra de la tradición, como autoridad excluyente de conocimiento ¿es parte de la visión epistemológica de la Escritura? ¿Es el militarismo, el confort, el materialismo y la terapeutica el ideal humano o se puede vivir la vida plena en ausencia de esas ideologías?
En el mundo eclesiástico, la teología tiene como función desafiar las necias proposiciones de la cultura religiosa. La razón como epicentro de la antropología que la separa de la voluntad y de los afectos, tornando a éstos en reductos subordinados a la razón en el conocimiento de Dios, ¿es escritural? La experiencia, como independiente y hasta superior al conocimiento de la revelación, ¿es bíblica? El conocimiento, como ajeno y superior a la piedad, ¿es enseñado en la Biblia? La definición, en la que espiritualidad es aquello que nada tiene que ver con la materialidad, ¿es valida?
En el plano personal, la teología plantea preguntas al ser humano. ¿Existe tal cosa como un homo economicus, anterior y superior al hombre que escoge y ordinalmente arregla sus afectos libre de condicionamientos materialistas? ¿Es bíblica la visión que confunde productividad con materialismo y empresarialidad con ambición humana? ¿Es bíblica la imposibilidad de ciertos religiosos de reconciliar el trabajo con el espíritu, el capital con las ideas, y la creación material con la espiritualidad, cosas a la base de la existencia cotidiana?
En el plano social, ¿Esta el hombre todo determinado en su trajinar por el mundo o puede hacer nuevas todas las cosas? La concurrencia de los fallos en las cortes, de la enseñanza en la Iglesia y de la formación en la familia, ¿no es la esperanza para moldear, con los principios correctos, un nuevo sistema social a partir de la palabra? ¿No hemos comprobado una y otra vez que el hombre cambia de cultura cuando tiene los incentivos correctos en el plano moral, espiritual y físico?
De modo que la teología no es un discurso fuera de tono con el mundo moderno. Es la tarea de aquellos que predican, hacer teología en sus sermones que traduzca lo dicho aquí a los púlpitos y bancas de la Iglesia. En suma, la Iglesia en su proclama esta llamada a hacer que Dios sea conocido a través de su Palabra en medio de las tensiones y desafíos del mundo moderno. Ha sido una alegría haber dedicado la mayor parte de mi vida adulta a bregar con estas cuestiones y a tratar de compartirlas desde el púlpito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario