martes, 3 de mayo de 2011

La Biblia y la muerte de Osama Bin Laden

El joven millonario de 13 años, huérfano de padre, heredó 80 millones a esa edad y dedicó su juventud a luchar contra las fuerzas invasoras rusas en Afganistán. Luego, creyó descubrir la verdadera presencia del mal, concentrada en Estados Unidos y sus aliados, en Occidente y en el resto del mundo. Su vida, irónicamente, proyectó la sombra de la muerte sobre todos los países en los que centró su atención.  
En Génesis 16 se encuentra el origen de la nación árabe de la cual procede Bin Laden. Los descendientes de Ismael se convirtieron en numerosísimos pueblos. Se trata de una multitud de visiones nacionales en las que no existe la separación, típica de occidente, entre la Iglesia y el Estado, ergo, no se abocan a criterios democráticos. Visiones unidas por el Corán, siguen a Mahoma, el fundador del Islam, oriundo de la ciudad de la Meca en Arabia.
¿Quién es Mahoma? Mahoma pasó buena parte de su juventud como pastor. Después se unió al comercio de las caravanas y su éxito fue tal que la viuda rica de nombre Cadija lo puso al frente de sus negocios. Cadija  y Mahoma contrajeron matrimonio y se dedicaron al comercio. Alrededor del año 610, cuando contaba con unos 40 años, Mahoma comenzó la carrera religiosa como profeta. Por esa época había tenido amplios contactos con el judaísmo y con el cristianismo. Esto explica la inclusión de elementos “cristianos” o bíblicos en sus enseñanzas y en el Corán.
En una carrera de 100 años, a partir del siglo VII, los árabes inspirados en el Islam conquistaron Europa. Le arrebatarán al cristianismo sus más antiguos centros de difusión, Jerusalén, Antioquia, Alejandría y Cartago. España quedaría en manos de los moros hasta 1492, año del descubrimiento de América. El poder musulmán más importante desde el fin de la Edad Media hasta el Siglo XX fue Turquía. Conocido como el Imperio Otomano, el poder imperial turco terminó derrotado en la Primera Guerra Mundial. En ese largo devenir de siglos, el Islam se apoderó de Irán, Irak, África, India, Indonesia.
Con ese gran telón de fondo surgió, en Saudi Arabia, Osama Bin Laden, como continuador moderno de una vieja tradición guerrera que acentúa la enemistad con Occidente, por decadente, infiel y colonialista.  Se trata de un hombre para quien el dinero no fue problema para conseguir sus objetivos. No solo lo poseía en grandes cantidades sino se veía libre de el, viviendo austeramente entre piedras, riscos y cuevas paquistaníes. Pero su proyecto era mucho más que la audacia demencial de poner bombas y odiar a occidente. Era parte de una ideología de destrucción y muerte en nombre de los valores, supuestamente, mas elevados del Islam.
La explicación de la “Guerra Santa” de los musulmanes moderados es parecida a la del cristiano. Es algo justificado en el pasado antañón pero no en el presente. Hoy la Jijad, palabra que significa “lucha” o “esfuerzo”, se aplica de maneras espirituales, sin hacer daño físico a nadie. Pero esa no es la única interpretación del término. Unos diecisiete grupos terroristas utilizan otra interpretación para la Jijad. Entre ellos el grupo Al-Qaeda, fundado por Bin Laden, al final de los años 80s, con miras a unir a los árabes que lucharon, en Afganistán, en contra de la Unión Soviética. Su objetivo era crear un califato pan-islámico en el mundo. Buscaba expulsar de los países árabes a los habitantes occidentales que no practicaran su religión. 


Planificó atentados en Jordania durante la celebración del milenio (frustrados y llevados a juicio). Colocó bombas, en 1998, en las embajadas de Estados Unidos, de Nairobi, Kenia y Tanzania en los que murieron 301 personas. Derribó helicópteros y asesinó al personal de servicio americano en Somalia en 1993. Los atentados del 11 de septiembre, que derribaron tres aviones comerciales, las torres gemelas y atacaron al pentágono, matando a miles de civiles, pusieron a Bin Laden, como el mas buscado, en la lista del enemigo al que le declaró la guerra a muerte. Osama vivió y murió según la primitiva idea de justicia: “el que a hierro mata, a hierro muere.”

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