Estudiar la Biblia es un hábito que se considera evangélico. Pero, ¿cuántos predicadores en verdad la estudian? Admitimos que los pastores leen la Biblia, pero leerla no es lo mismo que estudiarla. Cierto es que todos la interpretamos pero eso no es un gran mérito. Interpretamos cientos de cosas a diario, la luz del semáforo, la mirada de un intruso, la página del periódico, o el saludo del vecino. Interpretar, a veces bien o a veces muy mal, es un ejercicio que hacemos con muchos mensajes a diario.
Sin embargo, interpretar la Biblia para predicarla es algo diferente. Es un ejercicio técnico y más especializado. Se semeja a la lectura de una radiografía o de un electrocardiograma. Yo puedo buscar “figuritas” en el encefalograma, pero eso será un mero pasatiempo y no puedo llevarle mis descubrimientos a un cirujano para orientarle en la sala de operaciones porque carecen de valor alguno.
Sospecho que mucho de lo que se presenta hoy, en el púlpito, son figuritas descubiertas informalmente. Veamos unas figuritas que están de moda: por ejemplo, se nos dice que “debemos entrar a la dimensión de lo sobrenatural”. Se trata del plano al que nos transportamos con la ayuda de nuestra “visión espiritual”. Esa novedad, no lo es. La Biblia comunica que para Dios la vida, la muerte, la historia, aun la de los incrédulos, subsiste por el poder sobrenatural de Dios: él nos creó, nos dio la oración, nos llama a salvación, nos prodiga sustento y nos llama a juicio, porque nos ve a todos ya insertos en ese plano.
Otros han presentado “las maldiciones generacionales” como propuesta para entender la vida de un país o de una sociedad. Eso carece de toda seriedad. Éxodo 20:5-6 dice que Dios “se ocupa” de los pecados de los padres y de los hijos, porque, en el contexto de la Idolatría, la indiferencia a Dios se enseña generacionalmente, de padres a hijos (pero contraste con Dt.24:16; 2R.14:6). Cuántas veces he oído clisés como “Dios es un Dios de juicio con agua”, perdón pero Dios no acepta camisas de fuerza. Otros se arrogan el poder de “visualizar realidades”, mientras otros enseñan a “recibir bendiciones”.
En fin, las diversas curiosidades que surgen de esta inspección informal del texto bíblico, han producido una nueva versión del cristianismo que nada tiene que ver con la Reforma Protestante. Inventar modas no es estudiar la Biblia; es solo un momento de inspiración más que de transpiración. Lo que guardan en común estos merodeos por la Biblia, es que no tienen asidero en el contexto general de ella. Son observaciones parecidas al que trata de ver la figura de un árbol, un elefante o una tortuga en las nubes.
Interpretar la Biblia requiere primero una disposición a reconocer la cultura, idiomas, costumbres e idiosincrasias de los autores bíblicos. Por ejemplo, ser fiador en Proverbios era malísima idea porque se pagaba la deuda del otro con la esclavitud propia y de la familia. Otro ejemplo, es “la tarde y la mañana” de los días de Génesis 1, que se avisan en ese orden porque el día judío empezaba a las seis de la tarde.
Interpretar la Biblia también requiere examinar lo que esta antes y después del texto: el pasaje, capítulo y libro. El texto fuera de contexto es un pretexto. Las frases no son aisladas, sino tienen siempre un contexto. Al decir “Juan tomó un avión”, ¿se refiere al pequeño Juan que tomó su avión para jugar, o al turista, que abordó el avión? Hay que examinar siempre el texto en su contexto: “Simón hijo de Jonás, ¿me amas mas que estos?” (Jn.21:15). ¿Quienes son estos? ¿Quiénes mas están con él? Vea el contexto.
Interpretar la Biblia requiere reconocer los géneros literarios: la historia, la poesía o enseñanza, aportan sus matices. Con figuras se nos dice que el “nombre de Jehová es torre fuerte” (Pr.18:10). ¿A que se refiere el nombre y a qué la torre? La historia, en Jueces, repite el ciclo de apostasía, opresión, clamor y liberación una y otra vez ¿con qué personajes del libro se relaciona eso? Los profetas, ¿porqué anuncian juicio y bendición? ¿Qué tiene que ver con la obediencia a la ley y la ética para vivir? ¿Por qué es Dt.28-30, el texto central del A. T. y de los profetas? Estos ejemplos sugieren que, tomar en cuenta los géneros es clave al interpretar. Se nos demanda un método al estudiar la Biblia; sin método, es más fácil idear prácticas exóticas, y hacer casual la lectura de la Biblia, que descubrir su verdadero mensaje.
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