Esta breve discusión es sobre el papel de otros saberes frente al mensaje de la Biblia. ¿Qué significa que la teología interactúa con otros campos del saber? La preocupación principal de quienes llevan a la Biblia a interactuar con otras disciplinas es la de “rescatar el mensaje de la Biblia” del supuesto presente ruinoso o atrasado en el que se encuentra. Esta condición es muy antigua y puede incurrir en el sesgo de explicar la Biblia exclusivamente en términos de una disciplina del presente.
Por ejemplo, Jesús fue recreado a la imagen de los profesores universitarios alemanes de tiempos de la Ilustración (D. F. Strauss). El intento filosófico de replantear el mensaje cristiano desde el mensaje existencialista de Heidegger (R. Bultmann) fue popular en el siglo pasado, así como lo fue recurrir a la noción del personalismo de Buber (Levinás) para el mismo fin. Las teologías de la Liberación se proponían rescatar en la Biblia, la lucha de clases y su poder liberador popular, para refundar el cristianismo en términos de la teoría sociopolítica marxista (G. Gutierrez). En cada caso lo que aflora es la tensión metodológica entre describir el mensaje de la Biblia o prescribir soluciones contemporáneas.
Es notable que entre teólogos prevalezca la crítica política de izquierdas frente a la productividad humana, el trabajo, el intercambio y la legislación. Todo intento de buscar en la Biblia las pistas teológicas del trabajo, de la teología de la productividad, de la propiedad personal o familiar, de la responsabilidad y de la antropología realista que desconfía de entregar mucho poder a un ser humano son consideradas preguntas ilegítimas. Es mas, se cree que esas preguntas encarnan una opción política.
Profundicemos en este ejemplo. El siglo XX fue el siglo del socialismo y quienes nacieron en el no podrán desembarazarse de su marco de ideas como la única forma válida de pensar la vida en sociedad. Confundir el aporte de la antropología solidaria del hombre del Antiguo Cercano Oriente, con el solidarismo socialista decimonónico es algo común, aun para mentes muy privilegiadas. Un buen amigo, teólogo evangélico, insiste en defender el socialismo porque para él, es la visión de la Biblia y de Dios. Anacronismo imperdonable porque el solidarismo socialista nace del humanismo secular del siglo XVIII, se concreta en la promoción de la prosperidad material y, filosóficamente, esta emparentado más con Hegel y su visión masificadora del hombre que con el existencialismo “cristiano” de S. Kirkegaard. Esa visión, poco cristiana, no puede ser prescriptiva ni en Gutiérrez, ni en el primer Barth.
¿Es legítimo pensar en términos no socialistas los temas económicos? Eso hizo la ilustración escocesa de raíces protestantes. Para los protestantes la respuesta es que lo legítimo es descubrir qué dice la Biblia. Esa es una clara opción por lo descriptivo por encima de lo prescriptivo. Quizá uno de los puntos menos estudiados, teológicamente, sea precisamente el de la libertad humana. Al abordarla, la tentación ha sido verla con los lentes de la Revolución Francesa. No es el Dios que da a los primeros padres libertad, aun para desobedecerle y causar gran ruina sobre si, la creación y la historia. Interesa la libertad colectiva entendida como el fin de la monarquía, sin percibir que esa “libertad del pueblo” no significa nada a menos que se pueda disfrutar en el plano personal. Libertad y responsabilidad van unidas en la Biblia porque son entendidas siempre en el plano personal, y subsidiariamente en el plano nacional.
En la Biblia, los reyes y los hombres, nivelados por la ruina de su desobediencia, reflejan que la colectividad no tiene libertad, pero el hombre de fe si. El pueblo no responde a Dios pero el justo por la fe vivirá. Los pecados de los padres no pueden cargarse sobre los hijos dirán, en tono similar, Moisés y Ezequiel. Además, se sugiere como perverso el uso que el monarca hará de hijos, propiedades y posesiones de la persona.
Es muy cierto que tampoco se puede prescribir ni imponer el liberalismo clásico, o su versión austriaca sucedánea sobre la Biblia, pero no parece ilegitimo preguntar sobre la teología de la productividad en Proverbios, la ética del trabajo en Génesis o en la ley; la desconfianza sobre la justicia humana sin pesos ni contrapesos en los profetas; el siervo diligente, la parábola de los talentos o el fracaso de la distribución de bienes en Jerusalén. ¿Será posible ver en Levítico 25 una compra-venta de tierras con reglas para su adquisición? Esas son solo algunas de las preguntas al texto, cuya validez depende de acercarnos a él sin respuestas anticipadas ni conclusiones preconcebidas. Eso es optar de nuevo por lo descriptivo en un ámbito en el que las conclusiones deben ser siempre bíblicas.
Siempre que hago estas observaciones se lee en ellas más de lo que dicen. Inmediatamente viene la respuesta “pero el capitalismo es materialista, indiferente a Dios y el liberalismo fue anticlerical”. Si, pero simplemente respondo, yo no estoy hablando de estudiar la historia del capitalismo. La historia del progreso humano es otra cosa; estoy hablando de estudiar la Biblia: la libertad en la Biblia, la justicia en la Biblia, el trabajo en la Biblia, el emprendimiento diligente en la Biblia, etc. Lo demás, que quede para una página diferente y no para este blog. No se trata de prescribir soluciones contemporáneas sino de estudiar e interpretar el texto. Quizá ayude leer de nuevo a los ilustrados escoceses, por sus raíces protestantes.
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