La Biblia nos comunica su visión del mundo en un marco de eventos que sin disculpas asume históricos. Se trata de una sucesión de historias, en torno a docenas de personajes. Al leer su relato nos invita a hacer algún ajuste de cosmovisión, como el que requiere conocer algo acerca de los usos y costumbres de las civilizaciones de 2500 años A. de C. al año 100 D.C. en el mundo del cercano oriente y mediterráneo.
Dios, los ángeles y la intervención de Dios en la historia están presentes en sus páginas, pero a parte de eso no inventa mundos terrenales imaginarios, cosmogonías fantásticas, seres cuya naturaleza sea diferente a la humana o angélica, cuya variedad y descripción se base en formas de humanoides provenientes de mundos o inframundos imaginarios.
Se ha de notar que
Tampoco se ocupa
Resulta incomodo para algunos que
Se ha sugerido ya lo que la Biblia no hace, pero ¿qué es lo que si dice la Biblia? Los libros bíblicos en general tienen un argumento o hilo conductor que tratan de comunicar. Esas ideas desembocan en Dios. Dios es la primera y máxima realidad en el mundo de las relaciones entre seres humanos. Sean las vicisitudes del pueblo de Dios, la fe de algún personaje o la salud o decadencia de alguna institución, Dios es referente en esas circunstancias. Aun las visiones proféticas buscan enseñar una idea acerca de Dios.
Súmese a eso que a todos los autores les interesa afirmar un punto básico: proponer de forma singular el amor al ser humano que se traduce a respeto, de tal manera que el amor no permita dañar, usar o destruir a ser humano alguno.
El incentivo para ello es lo que se conoce como “el camino de la sabiduría”. Si sigues las reglas que Dios te propone para tratar al ser humano tendrás felicidad y salud en tus relaciones. Si haces lo opuesto tendrás dolor y tristeza como padre, esposo, pariente y prójimo en general.
El motivo central del egoísmo humano se explica a partir del pecado original. Una flagrante desobediencia antigua, cuya existencia resulta imposible negar, en tanto se evidencia en la tendencia de cada uno al abuso, ofensa y destrucción de las personas, nuestros prójimos.
Ese problema, Dios se propuso resolverlo instalando en cada ser humano la justicia que es por la fe. En un acto de gracia, Dios desviste al ser humano del traje de la injusticia y lo reviste de justicia. Cada vez que el hombre peca, Dios no tiene que salvarlo o vestirlo de nuevo, simplemente le recuerda que Dios ha resuelto el problema del pecado. El hombre decide aceptar ese regalo por la fe y enmendar su conducta que es “el andar por fe”. (Sigue abajo…)
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