El lunes pasado presentamos en el congreso, a la comisión de Puntos Legislativos y Asuntos Constitucionales, a nombre de la Comisión Cívica Permanente de la Alianza Evangélica de Guatemala, un posicionamiento que defiende ProReforma. Las gentes que han leído el texto han enviado numerosas felicitaciones para la Alianza. Pero eso no es lo que mas ha llamado mi atención. Me ha llamado la atención la postura crítica de una persona –sólo una-- que se opuso acremente a la presentación de la Comisión Cívica. Creo que su postura tiene alguna lección. Por razones obvias no mencionare su nombre.
Primero empezó con una andanada de acusaciones entre las que afloraban "¿no les da vergüenza?". "Haberse vendido con los opresores de los pobres", "aliarse con los del MLN", "asociarse con los seguidores de Castillo Armas", "coaligarse con los que tuvieron al Cristo de Esquipulas como el capitán de su ejercito". "Los que tienen al pueblo con hambre", "los que tienen pobre al país", "los que son responsables de la existencia de los mareros y del narcotráfico en el país". Con estos y otros conceptos recibí varios correos de la misma persona, exigiéndome a demás que hablara de Jesús y los pobres, y de Jesús y los salarios de miseria en Guatemala.
Según esta persona, aquellos asociados a ProReforma son los administradores, si no dueños, del averno mismo. Esta persona no cae en la cuenta que su discurso de defensa de Dios y los pobres esta cargado de ideología, de la cual dice haberse desembarazado al conocer el evangelio, pero no lo parece. Evidencia una visión de la realidad en la que todo se divide en ricos y pobres, y el esta del lado correcto, el de los pobres. Su ignorancia económica no se puede empezar a discutir aqui porque es abismal.
Obviamente, no leyó el documento que critica porque le bastó ver “ProReforma” para cegarse. Nunca se enteró que la argumentación fue teológica, a partir del dato político central de las Escrituras: el infinito valor de la persona humana; de ahí, se pasó a rechazar el sistema político actual que crea privilegios políticos, legales o económicos según sea el caso. Para luego aterrizar en un argumento moral: en donde se crean fueros y privilegios, se relativiza la moral de todos, porque todos nos hacemos indiferentes al prójimo, a las reglas de convivencia y a la ética en general, porque los derechos de todas las personas se han hecho relativos, por ley.
Lo que la persona no leyó en el documento, es justamente, lo que tampoco ha leído en la Biblia. Porque la cadena de acusaciones que lanza contra sus prójimos, artífices de ProReforma, no revelan compasión por el ser humano. Acusa sin pensar que las personas cambian, usted no es la misma persona que fue en los 60s, los 90s, a la que es en el 2009. Todos hemos evolucionado en pensamiento, y eso se espera de todo ser humano. Tampoco nos consta que sean culpables de algo. De ahí que debemos darle el beneficio de esa duda al prójimo que no conocemos.
No se, ni puedo saber todo lo que ha hecho cada persona con la que trabajo hoy. Si todos los pecados, errores o supuestas culpas de una persona, tuvieran que ser ventilados, publicamente, antes de hacer algo, de seguro que ni usted ni yo saldríamos de nuestra casa, pues igual tenemos tanto por ventilar, salvo, claro, que viéramos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Se ha de recordar que también los buenos hacemos cosas malas y de eso decimos poco o nada. Antes de juzgar, se debe conocer a las personas. Si Dios nos da segundas y terceras oportunidades, ¿por qué los humanos somos tan inflexibles? ¿No es eso parte de la compasión por el prójimo de la que se esta hablando?
El respeto por otros, aun con quienes difiero, es parte del amor de Dios y lo exige el ejemplo de Jesús, cuyas virtudes proclamo. En otras palabras, ¿preferimos amar a las colectividades (los pobres) que no conocemos, y ser indiferentes, o aun odiar a las personas con rostro concreto que si vemos? ¿Es válido al hombre amar a Dios a quien no ve y odiar a su hermano a quien si ve? Esas son nuestras incongruencias, defendidas, aun en nombre del evangelio. Hasta donde nos sigue afectando el "neoplatonismo".
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