Una de las historias fascinantes de la Biblia es la vida de José. Sus vicisitudes terminan cuando Dios directamente le revela el significado de un sueño que explica el futuro de Egipto. En ese sueño esta la clave de la economía de Egipto como potencia mundial. Dios resuelve el problema de Egipto como un medio para proveer trabajo y comida a su propio pueblo.
Dios llamó a José a sanear la economía egipcia por medio de la previsión. José obliga a los egipcios a proveer para los tiempos de crisis (Gn.47). El “compró” a cambio de alimentos las posesiones de los egipcios. Los egipcios quedan pagando un impuesto del 20% (una quinta parte), al faraón del fruto de la tierra, que era para hacer sostenible la semilla que recibían (v.23), y el pueblo se queda de dueño del 80% restante de la tierra: “y las cuatro partes serán vuestras, para sembrar las tierras y para vuestro mantenimiento” (v.24). Eso es, claramente, sanear la economía Egipcia para generar riqueza para tiempos de escases y proteger de esa manera a su pueblo. Dios preparaba el camino a Israel, la nación de cuyo linaje vendría el Mesías.
El significado del pasaje (Gn.47), es que Dios usó a José, para proteger a su pueblo y para prosperar a los egipcios. Jacob afirma: “contra mi son todas estas cosas” (Gn. 42:36). No, como líder de la teocracia hebrea, “todas estas cosas” son a favor de Jacob y del linaje de Jacob. José aclara: “Dios lo encaminó para bien, para mantener vida” Gn. 50:20. Más adelante dice: “Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham” Gn. 50:24. Canónicamente, debe leerse el cierre de Génesis unido al inicio y desarrollo de Éxodo. Políticamente, Dios usó a una nación grande, para proteger al linaje del cual vendría el mesías y preparar al pueblo para convertirlo en nación, entregándoles la tierra prometida.
Hay una parte del relato que se ve y otra que no se ve. José usó su poder, según la voluntad de Dios, para proteger a su familia y alimentar a los hijos de Jacob. Pero eso no quiere decir que el poder y la riqueza del Estado sea la voluntad de Dios usarlos para beneficio de las familias del gobernante. En el caso del faraón, esto no dejo de ser ganancia que fortaleció a un imperio pagano. Es preciso fijar los límites hermenéuticos de la acción de José, en tanto se incluye reconocer que, en una economía intervenida, también hay enriquecimiento ilícito e impunidad que son una afrenta a Dios. Las intervenciones del Estado, son buenas intenciones que también producen malos resultados (abusos, corrupción, destino equivocado de los recursos, etc.).
Ante la posible quiebra financiera de Estados Unidos, el Estado ha optado por la intervención. El impulso del dinero ya dado (758 billones), ha sido más lento de lo que se esperaba. El rescate de financieras, empresas automotrices y el crecimiento de la economía, en general, se espera acelerarlo ahora con la inversión del "trillón de dólares", o sea de los mil billones (uno seguido de 12 ceros), sin que, hasta ahora, se hayan visto todos los resultados esperados.
En esta nueva gran "beneficencia americana" se espera dar dinero a los burócratas, en varios niveles de gobiernos municipales. Es la receta keynesiana aplicada, no a los pobres, sino a la burocracia. ¿De donde vendrá ese dinero? Una parte de impuestos, otra de préstamos y otra de inflación de los próximos 10 años. Tres venenos que tras tomarlos darán el dinero de vuelta al Estado. Lo que José hizo fue dar recursos a los productores para que crearan ellos la riqueza. La única fuente segura de la prosperidad. ¿Tendrá Estados Unidos con el trillón, los mismos resultados que con el dinero ya entregado? Es una pena que José no esté en Washington.
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