Cuarto compromiso
Mantener unidas adoración, vocación y vida diaria
Problema: SOMOS EXPERTOS EN EL RITO Y POBRES ADORADORES
¿Es la adoración una doctrina bíblica o es tener un conjunto musical? ¿Hemos entendido y explicado la adoración o sólo la hemos aplicado? ¿Tiene alto impacto la adoración o todo se reduce al equipo electrónico?
La Biblia pasa por distintas etapas en la adoración. Antes de la ley, cualquiera podía adorar, en cualquier lugar y cualquier cosa servía de altar (Gn.28:18-22). Con la ley, el lugar de adoración era uno sólo, con un sacerdote designado por Dios y con sacrificios como contenido específico del rito. Los salmos presentan una estructura de alabanza del individuo y de la comunidad. De este lado de la cruz no hay un solo lugar para adorar (Jn.4:21-24), todos los creyentes somos sacerdotes, no hay sacrificios animales sino de labios que confiesan su nombre y personas que hacen el bien (Heb.13:15-16).
Una nota desconocida de la alabanza es que siempre es un testimonio a otros. La idea de alabar en privado o en “el corazón”, no tiene lugar en los salmos. Se trate del individuo o de la comunidad, siempre la alabanza es forense, es decir, publica. No sólo es la alabanza pública, también es concreta, se alaba a Dios por su presencia activa, que actúa en situaciones de la vida del pueblo (Sal.107;98).
En la alabanza se conmemora el nombre de Dios, porque cuando el pueblo esta sometido a presiones y pruebas, el nombre de Dios es lo que esta en juego. En la literatura poética, su nombre es sinónimo de su reputación. Entre los judíos el nombre es expresión de la naturaleza o identidad de la persona (Pr.18:10). El nombre o identidad de Dios esta vinculado a eventos en los que despliega su fidelidad y amor leal, revelándose además a su pueblo. Por eso, “los que conocen tu nombre en ti confiarán” (Sal.9:10;76:1).
Hoy debemos tomar ventaja de que todo lugar es apto para adorar ya que cada creyente puede hacer de su lugar de trabajo y residencia un centro de adoración a Dios. El templo-centrismo de la cultura evangélica es una fijación innecesaria con el Antiguo Testamento, y un equívoco frente a la adoración neo-testamentaria. El modelo templo-pueblo de Israel marcó la indumentaria, terminología y formato de adoración católicos y la iglesia evangélica ha seguido esos pasos sin recapacitar en el cambio enseñado por Cristo, sin entender el sacerdocio universal de los creyentes. Por algo la meta de los reformadores era sacar el monasterio a la calle.
De modo que la adoración no puede convertirse en algo rutinario, cerrado y monótono. Como Dios esta en todo lugar y sus sacerdotes somos todos, la adoración no puede confinarse a un programa o estilo único. No es el grupo musical, ni el volumen, ni los recursos electrónicos lo que identifican a la adoración. Es el corazón humano abierto siempre a entender el fondo bíblico “quién es y qué quiere Dios,” a fin de presentarlo adecuadamente por los medios disponibles, lo que determina en cada caso la adoración.
Por eso, para tener una adoración de alto impacto, se requiere retomar la enseñanza bíblica y aplicarla en formas frescas, usando todos los recursos disponibles y reclamando cada pulgada cuadrada de la creación como santuario para adorar al rey de reyes, haciendo el bien y afirmando las virtudes, singularidad y grandeza de Dios (1 P.2:9-10).