Frente a tergiversaciones acerca del Dios cristiano, agua fiestas, atropellador que algunos ponen como tigre de papel para luego destrozarlo, es importante recordar la vision más informada que los cristianos tienen de Dios. Claro esa es una version que surge de la revelacion. Yo lo pondría diciendo hay cosas que mi fe no dice, o que Dios no es o no hace.
Es un lugar comun que aquellos que ridiculizan de oficio a la fe cristiana lo hagan diciendo lo que dicen que decimos, ideas populares y supersticiones o tradiciones culturales, pero esas citas al pie de página no son las cosas que nuestra fe dice.
Por ejemplo, mi fe no te dice con quien acostarte pero si te dice por que razones hacerlo, por ejemplo, el amor que previene abusos;
...mi fe tampoco te dice como vestirte, lo que proyectes con eso acarrea consecuencias que son muy tuyas;
...mi fe tampoco se centra en qué fiestas celebrar porque el fondo es mas importante que la forma;
...mi fe si insiste en que las mujeres son personas coiguales a los hombres y por ser superiores a los animales ambos pueden decir no a sus apetitos;
...mi fe tampoco empieza invitandote al infierno sino a una relacion con Dios; lo que venga como resultado de aceptar o rechazar esa invitacion es la respetuosa decision de Dios sobre tu voluntad;
...mi fe respeta a las personas mas de lo que ellas se respetan asi mismas, creo que es porque Dios nos creo libres, aun con libertad para rebelarnos contra él.
De modo que al darte "la instruccion de la revelacion" lo que Dios tiene en mente es dignificarte y protegerte de ti mismo como lo haces tu con la instruccion que das a tus hijos. Pero Dios nunca te retorcerá el brazo, te dejará vivir con los resultados de tus elecciones, tan irónico como eso pueda sonarte eso incluye el mas alla. ¿Dios es respetuoso no te parece?
Finalmente a Dios los cristianos no lo consideramos un buen amo. Ni siquiera un noble empleador como el que muchos tenemos. Le llamamos Padre, por la relacion filial que tiene con su pueblo.
Feliz año 20013, de parte de "La Biblia y el mundo moderno". Gracias por visitarnos durante todo el año 2012. Que el año que viene sea más venturos que éste.
Guillermo W. Méndez (1955- ). Teólogo guatemalteco. Estudió en Guatemala y Estados Unidos. Maestría en Teología, Seminario Teológico de Dallas, 1982; Maestría en Ciencias Sociales UFM, 1994. Suma Cum Laude. Diploma de excelencia docente, Facultad de Ciencias Económicas, URL, 1995. Ha investigado sobre Derecho, Economía y Política. Autor de "Una vida con responsabilidad",(2005).
domingo, 30 de diciembre de 2012
domingo, 23 de diciembre de 2012
Qué celebramos en Navidad: La historia detrás del pesebre
No son las fiestas
paganas de Saturno, o saturnalias romanas. La tradición de la navidad viene de Jerusalén
y no de Roma, aún cuando la fecha se discuta. Realmente se remonta a una
antigua promesa hecha a un hombre de las proximidades del Golfo Pérsico.
Abraham, oriundo de Ur de los caldeos, a quien Dios llamó y entregó la promesa “en
ti serán benditas todas las naciones de la tierra” (Gn.12:3). El Antiguo
Testamento relata la historia de los descendientes de Abraham, de cuyo linaje vendría
uno de la tribu de Judá, en cuya mano habría un cetro, ante quien “se inclinarán
sus hermanos” y aun los pueblos, un hombre que en lenguaje poético se describe vestido
color vino, es decir, vestiduras teñidas de sangre (Gn.49:8-12). Es el león de la tribu de Juda, un descendiente de Abraham que sera rey.
En tiempo de gran desesperación
nacional Dios levantó al profeta Samuel quien ungió rey a David, a quien Dios le
prometió “será afirmada tu casa y tu reino para siempre” (2 S.7:16). Muchos años
después, entre el año 739 al 700 A. C., Isaías recibió una profecía dirigida al
rey Acaz, rey de Judá, anunciando tres cosas 1. Que el rey sirio Rezim y el rey
Peka del Norte, Israel, se habían confabulado contra Judá; 2 Que Judá no debía temer
esa confabulación porque Dios no la permitiría; Querían poner por rey en Judá a
Tabeel, un rey que no descendía de David (Is.7:6). 3. Que a Acaz le sería por
señal que antes que un niño naciera y tuviera uso de razón la tierra de esos dos
reyes sería desolada (Is.7:7-16). El
niño, Emanuel, hijo de la profetiza, esposa de Isaías, sería señal de que “Dios
esta con nosotros” y su señal claramente era un anuncio de que Dios usaría en un
futuro muy lejano a otro hijo de una “joven en edad casadera” (7:14), para
regir a su pueblo y gobernar sobre el mundo.
Isaías vivió en días de
grandes potencias enemigas en las que Israel era un frágil barco de papel en
azarosos mares. Dios le dió otro hijo a Isaías cuyo nombre, Maher-Salal-hasbaz, significa
“el despojo se apresura y la presa se precipita”. Dios instruyó a su pueblo a no
buscar adivinos y encantadores para saber qué hacer (Is.8:18-19). Ellos tenían “la ley y el testimonio” y debían obedecer a Dios, cosa que no hicieron (8:20). La
desobediencia acarreó la ira de Dios sobre Judá, que sufrió el aplastamiento de
babilonios, persas, griegos y romanos durante siglos (8:21-22).
Pero esa oscuridad
terminará para el pueblo y para la humanidad (9:1-2) según el plan de Dios;
Dios trocaría su exterminio en alegría (9:3) según su propósito. Quitaría el yugo
y el cetro de opresores según su plan (9:4). Se proponía también quitar toda
señal de guerra de entre su pueblo (9:5). Todo lo que el pueblo debía hacer
era recibir a aquel que haría posible los planes para su pueblo y para todo ser humano. Pero esa
es la parte difícil. El medio para ello era creer en un niño que nacería un día
en un pesebre.
La profecía
de éste niño prometido continúa en Isaías 9:6. El tiene el principado.
Se lo describe como “Admirable consejero”, su sabiduría se describe como extraordinaria, él trajo un mensaje pleno de sabiduría para un pueblo que necesitaba creer. ¿Por qué ir a los
adivinos o a los hombres teniéndolo a él? “Dios fuerte”, frente a los enemigos a los ejércitos y a las trampas el
si puede defendernos. “Padre eterno”, cuando
todos los recursos terminan el nos sigue protegiendo constantemente. “Príncipe de paz”, frente a los problemas y dificultades de la vida su poder y consuelo son la solución y la paz en medio de nuestras pruebas.
Su reino o imperio
sobre nosotros no tiene limite (9:7). Jesús de Nazaret es el niño heredero del
trono de David. El anuncio del profeta Isaías siete siglos antes que Jesús
naciera fue que él sería más que un niño, un redentor, que daría su vida por la
humanidad (Is.53:1-12). Es por el poder de Dios y por su obstinado amor por el
ser humano que todo esto es posible. Esta es la navidad que celebramos y no la del
24 o 25 de diciembre. Nuestra navidad es una celebración de obediencia a Jesús todos
los días. ¿Ha creído usted en él? ¿Es él
su señor y su salvador?
viernes, 7 de diciembre de 2012
Karl Marx: la zaga entre la idea y la materia
El Dr. Carlos Marx (1818-1883) representa el triunfo
temporal de la materia sobre la idea, con la que ésta se halla en pugna desde
los griegos. Sus intereses como filósofo, sociólogo, historiador, periodista y
economista, salpican diferentes provincias del saber con sus tesis centrales.
Por eso las ideas de Marx convertidas en “marxismo” tocan hoy la teoría
económica, la teoría sociológica, el método de la filosofía y una comprensión
de la acción política basadas en la transformación de la sociedad fundada en el
materialismo. Realmente hoy no hay una
teoría marxista sino multitud de aplicaciones de una idea, la preeminencia de
la materia sobre la conciencia y el saber humanos.
La relación de amor y odio con G. W. Hegel y el
Hegelianismo empieza temprano cuando Marx tiene apenas 18 años en 1836. Entonces
empieza a gestarse el materialismo dialectico la idea de que el orden económico
tiene contradicciones internas que tras alcanzar su máxima eficiencia
eventualmente lo destruyen. Filosóficamente, la superación de ello corresponde
al hombre quien determina la historia por un acto de su conciencia (Moisés Hess)
en complicidad inadvertida con la naturaleza cuyas fuerzas inherentes a la
historia empujan al hombre, inevitablemente, hacia el materialismo dialectico
(Marx). Amor y odio hacia Hegel también sufrirán Bruno Bauer y el mismo L. Feurbach
de quien Marx tomó su materialismo. De ahí la famosa propuesta de que era
necesario poner a Hegel de cabeza, es decir darle la preeminencia no al Geist o
las fuerzas historizadoras del Espíritu de Hegel sino a las de la materia.
Parte de su ruptura con Feurbach en las “Tesis
sobre Feurbach” incluirá la crítica a la filosofía, expresada en la frase de
que hasta ahora “los filósofos no han hecho sino interpretar el mundo cuando el
punto es cambiarlo”, en contra del materialismo y el idealismo contemplativos
que imponen una idea abstracta por encima de lo obvio la realidad material. De
ahí que la transformación del mundo no se dará por un cambio en las ideas sino
por la actividad física desde la materia por medio de la práctica. Esta indiferencia hacia las ideas curiosamente colisiona con la excesiva importancia que se da a la supraestructura (idea) sobre la infraestructura (materia). Hay que ahogar a “la idea” de la supraestructura con "otra idea", la de cambiar la propiedad de los medios de producción para transformar así "todas las ideas". Dicho de otra manera, ontológicamente la materia es todo, pero epistemológicamente
el marxismo sucumbe a cada paso ante la idea. No hay sistema totalmente libre
de aporías.
Marx estaba convencido que la producción de la
revolución industrial conduciría a que los ricos fueran más ricos y menos en
número y que los pobres fueran cada vez más pobres y mayores en número. La depauperización de las masas sigue repitiéndose en muchas partes del mundo aun cuando
en la Segunda Internacional Socialista, 1898, ambas ideas fueron suprimidas del
ideario socialista. La revolución industrial de manera lenta había empezado a
cerrar la brecha relativa entre ricos y pobres revertiendo ambas afirmaciones y
creando un fenómeno nuevo desconocido por Marx, la clase media.
La genial síntesis de Marx entre la filosofía
germana, la sociología francesa y la economía inglesa ocurre en un momento en
el que los resultados de todas esas propuestas aun no habían llegado a su
punto culminante. El neokantismo del siglo XIX y XX no había afirmado aun la
importancia de la mente, el conocimiento, del ser y la existencia y de la razón
como realidades complementarias a la materia. De modo que Marx reaccionó en su
tiempo contra ideas que pronto fueron superadas. La sociología terminaría abocándose
al individualismo metodológico y a la distinción entre ciencias del espíritu y
ciencias naturales más que a las hipostatizaciones que dan a los conglomerados
sociales (clases) características de personas (piensan, deciden y aman). M. Weber
buscaría responder a ese materialismo miope con la idea de la razón (ej. la burocracia),
los valores y los tipos ideales.
En economía el marginalismo (de C. Menger, S. Jevons
y W. Walras) pondría entre corchetes todas las afirmaciones económicas del Marx
economista, su teoría objetiva del valor y su idea de la explotación (Böhmbawerk)
juntamente con algunas falacias del resto de economistas clásicos. Sin embargo el
éxito de Marx se debe, en parte, a ser el pensador con el que culmina la
historia de la Filosofía en el siglo XIX. Hoy, es responsabilidad de los filósofos
corregir esa falsa impresión de que el último filósofo del siglo XIX dijo la última
palabra en todo, noción de la que ni sus propios seguidores están advertidos.
Cuando Marx define libertad como “el
reconocimiento de la necesidad” no está haciendo otra cosa que confirmar en su
pensamiento el triunfo de la materia en la larga zaga que empezó con los
presocráticos. Los neokantianos, Dilthey, Webber y Heidegger harían en el plano
filosófico lo que economistas y sociólogos harían en sus respectivos planos:
tratar de mantener la integración de ambos planos en tensión. Abolir la
propiedad privada, partir la realidad en infra y supraestructura y decretar las
leyes férreas de la historia, son elecciones de fe o creencias metafísicas (la
idea, de nuevo) lo cual, precisamente, el sistema creyó haber superado. En un
plano muy personal, para mí esa tensión se resolvió hace siglos en la propuesta
que integra materia y espíritu en Jesús de Nazaret, persona teantrópica y
palabra divino-humana.
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