En 1990 ingrese a la entonces Escuela Superior
de Economía y Administración de Empresas ESEADE de la Universidad Francisco Marroquín.
La decisión era producto de una desilusión, la de haber interrumpido el proceso
de estudios doctorales de teología en Europa. Consideré entonces que la segunda
mejor opción era embarcarme en buscar respuesta al problema de la pobreza que
la teología de la liberación había planteado a los teólogos, quienes a mi
juicio, no tenían, ni tienen, la más remota idea de cómo resolver tal asunto aparte
del marxismo.
Pronto me encontré en un mundo universitario
nuevo, rehabilitador, académicamente. Yo había descontado desde mis épocas de
seminarista las hipótesis marxistas, aun hoy apreciadas por mis ex colegas teólogos
protestantes, gracias a la lectura de Karl Raymond Popper sobre “La lógica de
la investigación científica”. Muchos colegas leían entonces solo obras teológicas
y Popper no era teólogo por tanto estaba fuera de su territorio. Mis clases de “Realidad
Nacional I y II” en la USAC no habían atravesado mi dermis porque cuando las
tomé como prerrequisito para estudiar mas teología ya Popper me había equipado
con mejores preguntas y respuestas. Todo esto sucedió a finales de los años 70s
o sea unos 10 años antes de estudiar en el ESEADE.
Estudiar mercadeo, economía, administración,
contabilidad y matemáticas fueron experiencias entre traumáticas y desafiantes.
Yo me había especializado en teología sistemática y no en asuntos prácticos
como la teología pastoral; y había pasado por cursos de griego y hebreo,
satisfactoriamente, sin dedicarme a esos temas de tiempo completo. Dicho en términos
de mis nuevos estudios, salvando las distancias, no me había dedicado al
mercadeo (la pastoral) ni a regresiones matemáticas o trabajo estadístico (los
idiomas), me había quedado en el mundo de las ideas, de la teología histórica, sistemática
y contemporánea, que era el equivalente a la economía que ahora aprendía.
Por eso hoy me siento cómodo escribiendo sobre
historia económica, yo era historiador; me siento satisfecho escribiendo sobre
la retórica de la economía, yo era apologista; me siento bien escribiendo sobre
sistemas comparados en economía, yo era teólogo sistemático. Pero además me
siento muy bien escribiendo sobre economía por creer que teológicamente no
estoy traicionando valor o verdad alguna de la teología. En la Biblia y en la teología
se subraya la libertad del hombre; cosa lamentable es que los teólogos hablen
de libertad en nombre del Estado nacional y no en el sentido Luterano frente al
Estado como la Reforma lo entendió. El Estado es una idolatría en la Biblia y
muchos teólogos y biblistas ni enterados porque disfrazan al Estado bajo la abstracción
de “América Latina”.
También se da por sentado en la historia bíblica
la existencia de mercados; del intercambio entre grupos humanos; se habla de
hombres que a base de la ética de medios crearon riqueza; se alaba el trabajo y
no se condena la existencia de la moneda. Jesús explicó la piedad con criterios
que en economía se entenderían como la búsqueda del mayor bien al mayor numero
(¡utilitarismo!), cuando alaba el siervo infiel y exhorta a prever la recepción
en las moradas eternas; también al hablar de ser pescadores de hombres, una profesión
empresarial como modelo de la evangelización; cuando enseña la parábola de los
trabajadores de la viña o invita a hacerse tesoros en el cielo; así mismo al hablar
sobre buscar las cosas perdidas (la oveja, la moneda y el hijo); y al enseñar a
elegir la mejor parte (Marta y Maria)
sin negar que hay otras, e instruir a buscar primeramente el reino sin negar las urgencias de la sobrevivencia
cotidiana.
Entre las hipótesis económicas importantes en
las escrituras yo he propuesto: 1. Que no se enseña una sola forma de relación económica
entre el Estado, el mercado y la persona; 2. Que el modelo de José en Egipto es
mas un acto de prudencia administrativa que de justicia distributiva; 3. Que el
jubileo es mas un mercado de tierras en donde se renta y se devuelve la tierra bajo
compra-venta que un modelo de redistribución de la riqueza; 4. Que la práctica
de la comunidad de Jerusalén de entregar los bienes no debe de separarse de la
orden de misionar que viene del capitulo 1 y a la que son empujados los
cristianos jerosolimitanos en el capitulo 8. Fallar en unir ambas órdenes (dar-misionar)
bajo la dirección del Espíritu Santo es la causa de la pobreza en esa
comunidad. Sobre todas estas cosas he escrito en este blog. Al hacerlo creo
seguir practicando mi ideal cristiano original de poner al servicio de Dios
todo lo que estudio, leo y aprendo.
Y de la idea original sobre la teología de la liberación
¿qué ha quedado? Bueno esa es la principal razón por la que sigo interesado en
la economía. Resolver el problema de la pobreza en el continente no pasa por
culpar a países extranjeros, a transnacionales y a burocracias que patrocinan el
desarrollo en el continente. Nuestra pobreza ni es su culpa ni es tarea suya resolverla.
La pobreza es resultado de un ecosistema institucional que dificulta la creación
de empleo, cobija la corrupción del sistema de justicia (similar a la denuncia
de los profetas de Israel) y causa idolatrías y desigualdad de todos los hombres
ante
la ley. Corregir esos vicios libre de presiones ideológicas y de
intereses personales es mi principal tarea al seguir escribiendo sobre
economía. Sobre esto no espero ni felicitaciones ni reconocimientos, solo ser leído
con sinceridad y apertura de mente.
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