Inicie mis estudios teológicos en 1974. Durante
mi estadía en el seminario en Guatemala conocí a gigantes, Leon Morris, el
exegeta australiano que escribió docenas de libros y cientos de artículos sobre
el Nuevo Testamento, quien fue parte de la protesta inglesa contra el formismo
alemán. También visitó la escuela el pastor y diplomático protestante John
Stott, conocido por presidir la redacción de “El Pacto de Lausana” en 1974.
Gran impacto causó en el estudiantado la visita de Pedro Arana, el teólogo
reformado peruano que había estudiado en Edimburgo Escocia. A John Stott le
conocí más personalmente en un viaje que hicimos el escritor René Padilla, el
profesor Guillermo Taylor y yo a Antigua. La parada en Florencia, camino a
Antigua, se hizo para ver aves guatemaltecas, birth-watching era una de las
pasiones de Stott. Morris, Stott y
Padilla fueron de gran inspiración porque habían dedicado su vida a publicar y
además eran seres humanos de carne y hueso a quienes pude conocer.
Mientras estudiaba en Estados Unidos a partir
de 1979 pude ver en persona a F. F. Bruce, prócer de la protesta inglesa contra
el formismo alemán, quien impartió las conferencias bíblicas del Seminario
Teológico de Dallas en 1982 sobre “Problemas en colosenses”. En esos años también
visitó la escuela texana el teólogo español Francisco Lacueva, luego mi colega
en el seminario en Guatemala y un gran teólogo. Había tenido mucho que ver con
la conversión de Lacuerva al dispensacionalismo nuestro hermano Evis Carballosa,
misionero en España y rector del seminario en Guatemala. Bruce y Lacueva fueron
también incansables escritores toda su vida. Evis Carballosa siempre decía
“Guillermo escribe, escribe, escribe.” El mismo había publicado ya un
comentario breve sobre “Filipenses” y
escribía a principios de los 80s su “Comentario
de Daniel” y su “Comentario sobre
Santiago”.
Mi experiencia como estudiante de teología
estuvo siempre inspirada por la lectura, la escritura y las publicaciones a la
sombra de grandes ejemplos. El Dr. E. A. Nuñez, mentor y padrino en muchos
sentidos, me hizo participe de sus escritos. Leí partes de su “Caminos de renovación” y de “la Biblia y la sanidad divina”. Conocí
algunos capítulos de su evaluación critica de “Teología de la
liberación” cuando aun eran proyecto. Nuestras conversaciones giraban en
torno a lo que estaba escribiendo o planeaba escribir. Y sus obras siempre eran
un deleite por la claridad de la prosa y del lenguaje, con figuras oportunas
que aclaraban el sentido.
Vecino mío de oficina, en Guatemala, en los
años 80s, Lacueva estaba desde antes de las 7:00 a.m. escribiendo y llegaba
a las 19:00 p.m. escribiendo. En esos años trabajaba en tres proyectos
simultáneamente, la traducción de las notas a la Biblia de Ryrie, “El interlineal griego del NT” y su libro
“Espiritualidad trinitaria”. Yo le
admiraba por sus nueve tomos sobre teología sistemática “Curso de formación teológica,”
en mi opinión, aun la mejor teología sistemática escrita originalmente
en castellano. Con el tableteo incansable de su máquina mecánica al lado, solo
pared de por medio, le oía llenar docenas de páginas al día. Que gran inspiración.
No he dedicado ni una línea a hablar de mis profesores
americanos porque todos ellos fueron y son aun incansables escritores en el
campo de su especialidad. Yo tengo varios proyectos esperando publicación. Dos
ya publicados, “Una vida con responsabilidad” y “Padres que enseñan
responsabilidad.” El primero necesita retoque y revisión de ciertos capítulos.
Queda “una Iglesia que enseña responsabilidad”; “La reforma protestante 500
años después” y “Prefacio a la dogmática evangélica” que esperan ver la luz.
Espero seguir publicando tanto en teología como
en estudios bíblicos. He terminado el curso del primer año de griego y el curso
del primer año de hebreo y una Sintaxis del Nuevo Testamento iniciada, así como
muchos otros pequeños proyectos. Gran interés me ha despertado el estudio
crítico del Nuevo Testamento desde la protesta evangélica inglesa. Un corto
volumen espera ser publicado en ingles sobre ese tema dedicado a un gran amigo
mío. Tengo también un texto de homilética casi completo del cual los ejemplos
(sin la teoría) se publican semanalmente en “predica punto blog”. ¿Por qué
escribo teología? Porque soy teólogo llamado por Dios a serlo y por el ejemplo
de gigantes que me han inspirado a hacer mejor aquello a lo que Dios me ha
llamado.