De todas las palabras que hablo Jesús, según los textos bíblicos, un 10 % eran citas del Antiguo Testamento. Se refirió a 24 libros del Antiguo Testamento, mientras el resto de los autores bíblicos citan 34 de los 39 libros. Los libros que ni Jesús ni otros autores citaron son Esdras, Nehemías, Esther, Eclesiastés y Cantar de los cantares. Pero es impresionante que en una época en la que los textos eran caros y escasos, Jesús haya usado tantos versículos bíblicos para explicar su misión y su relación con el padre. ¿Qué significa para los cristianos este uso patente por Jesús del Antiguo Testamento? ¿Casualidad o enseñanza?
En cuanto al texto, Jesús parece igual citar del texto masorético (hebreo), de la Septuaginta (griego); e incluso, hay instancias en las que la cita empleada por Jesús nos recuerda la tradición de los Tárgum originados en tiempos de la sinagoga (arameo). Sin embargo, es significativo que Jesús no citara ninguno de los libros pseudoepigraficos, escritos entre el año 400 y el 200 A. C.
Por supuesto el Nuevo Testamento en general apoya esa actitud. Hay unas 278 citas directas, de las cuales 224 son citas con alguna formula introductoria. Unas 653 alusiones a pasajes o eventos históricos y las reminiscencias o semejanzas son muchas más, pudiendo alcanzar unos 4000 pasajes antiguotestamentarios. Procedentes del canon hebreo, 278 diferentes versículos del Antiguo Testamento aparecen distribuidos así: 94 provienen del Pentateuco; 99 se refieren a los Profetas; 85 viene de los Escritos, de 24 libros del canon Hebreo. Dichas citas constituyen el 10% del Nuevo Testamento y, frente a esas cifras, no es ninguna casualidad que los libros pseudoepigraficos estén totalmente ausentes del Nuevo Testamento y de la bibliología de Jesús.
Fue Agustín de Hipona quien dijo que el Nuevo Testamento se haya latente en el Antiguo y al Antiguo se haya patente en el Nuevo. En otras palabras, nuestra tradición interpretativa se enraíza en el Antiguo Testamento y se proyecta al Nuevo, sin que se pueda entender, ni se deba leer una parte sin la otra. La buena nueva del evangelio se anticipa en el sistema sacrificial; la ética cristiana se anticipa en la ley; en el Edén, la renuncia a la vida sin Dios se encapsula en la prohibición de comer del fruto del Árbol del Huerto. En el Nuevo Testamento, los sacrificios se cumplen en la persona de Jesús; la ética de la ley se explica en el Sermón del Monte; y el Árbol del Huerto, se supera por el madero de la cruz de donde viene la vida plena que se haya en Cristo (Gá.2:20).
Recordando a John Goldingay uno encuentra en el evangelio de Mateo pasajes como Mateo 1:1-17, en donde el A. T. cuenta la historia de la cual Cristo es el clímax; o, Mateo 1:18 - 2:23, en donde el A. T. declara la promesa de la cual Cristo es el cumplimiento. O, Mateo 3:13-17, en donde el A. T. provee la imagen, ideas y palabras con las cuales entender a Cristo. También, Mateo 4:1-11, en donde el A. T. dice que clase de vida espera Dios que su pueblo viva; así mismo, Mateo 5:1-12, en donde el A. T. describe la clase de vida que Dios espera que el creyente viva. y finalmente, Mateo 5:17-48, en donde el A. T. provee el fundamento para la enseñanza moral de Cristo.
La Biblia es un documento cristiano que anticipa la venida del hijo de Dios, presenta su persona como quien define la historia de la salvación y proclama su mensaje, con el cual explica y complementa al A. T. Ni las naciones poderosas, ni los antihéroes, ni pueblos o Iglesias desobedientes distraen la unidad de la Biblia de Jesús como su idea central. La buena nueva, la ética responsable, y la esperanza futura son las categorías para leer la Biblia, sin negar su historia y sin olvidar a Cristo.
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