domingo, 17 de abril de 2011

La Biblia y el notable descendiente de David

El concepto “escatología” en el AT se entiende como la traducción de los LXX “en los postreros días” (Gn. 49:1; Nm.24:14; Ez.38:16). Como los “postreros días”, suele referirse a David (Nm.24:17), o a la promesa de salvación que viene con el (Jer.23:5; 33:15; Os.3:5), parece seguro identificar lo escatológico con el horizonte salvífico y con la persona del mesías (cp. Joel 2:28).

Una de las afirmaciones escatológicas centrales del AT es la venida de un redentor (Gn.3:15; 49:10), que cumple el papel de profeta (Dt.18:15-22), sacerdote (Sal.110:4; Is.53:1-12) y de rey-juez (Ez.37:24-28; cf. Sal.2; 110:1-7). El sistema sacrificial prefigura a Jesucristo en quien finalmente se cumplen las demandas de la justicia de Dios (Ro.3:21-26).
Cristo, según el autor a los Hebreos, apareció al fin de la edad (He.9:26). Ese período se inaugura con la venida de Cristo el Mesías, pero espera un cumplimiento posterior en su segunda venida (Hch.3:19-21). En la preguntan por la restauración del reino, Jesús menciona la venida del Espíritu Santo, en quien los postreros días se hacen presentes con el gobierno del mesías (Hch.1:7-8; 2:1-4; 32-36; y 4:11-12). Pero los tiempos de refrigerio vendrán después, cuando el venga otra vez (Hch.3:19-21, especialmente 20).
El libro de 2 Samuel 7 indica que un sucesor de David se sentará en su trono para siempre. Los libros de crónicas insisten en trazar la genealogía de David porque ella tiene un valor legal para validar el acceso de David y luego de Jesús, su notable descendiente, al trono. El fracaso de toda la dinastía del reino del norte se sugiere ya por el hecho que ninguno de sus 18 reyes es descendiente de David.

El libro 2do de Crónicas 36: 9-10, presenta a un rey del reino de Judá, a un descendiente de David, en la cautividad. En Judá todos los reyes fueron de la dinastía davídica, por eso es tan significativo que en 2 Reyes 25, al final del libro, Joaquin sea liberado por el  rey de Babilonia. Este cierre sugiere que la esperanza del ilustre descendiente de David sigue vigente.
La concentración cristológica del Nuevo Testamento, hace a Jesús el nuevo David (Hch. 2:24-36), el nuevo Moisés (Mt.5-7), la vid verdadera (cp. Is.5 con Jn.15), el propiciatorio (Ro.3:25), el cordero de Dios (Jn. 1:29), la simiente de Abraham (Gá. 3:16), que  es la aplicación de la tipología de Israel a Cristo, lo cual es parte importante de la teología del Nuevo Testamento, tanto en los evangelios, como en los pasajes paulinos. 


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