jueves, 28 de abril de 2011

La Biblia y la beatificación de Karol Wojtyla

“Tu eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia”, son las controversiales palabras cuya mejor interpretación se haya en la preeminencia de Pedro en el libro de los Hechos. Pedro predicó a los judíos y vio el ingreso de los judíos a la Iglesia (Hch. 2:14ss). Pedro fue enviado a los samaritanos a imponer las manos y ver como el Espíritu Santo daba el ingreso a la Iglesia a los samaritanos (Hch.8:14-17). Pedro es enviado a los gentiles, a la casa de Cornelio, el centurión romano, que representa el ingreso de los gentiles a la Iglesia (Hch. 10:30-33). Según Pedro, la roca es Cristo (1P.2:4-8) y sus escritos no llegan al "arrojo" paulino de afirmar "sed imitadores de mi como yo de Cristo". Por tanto, ¿incluye la autoridad de Pedro a Wojtyla y a todos los papas?
La respuesta de Hans Küng, renombrado teólogo católico, privado de su licencia como docente, es por demás interesante: “Una investigación cuidadosa de las fuentes del Nuevo Testamento en los últimos cien años ha mostrado que la constitución de esta iglesia, centrada en el obispo, no responde en modo alguno a la voluntad de Dios ni fue ordenada por Cristo, sino que es el resultado de un desarrollo histórico largo y problemático. Es obra humana y, por lo tanto, en principio, puede cambiarse”. (Hans Küng La Iglesia Católica, Pág. 44).
Küng es conciliarista, como lo fue Lutero y como lo fue el concilio de Constanza (1414-1418). Según el conciliarismo, es un concilio y no el Papa la máxima autoridad de la Iglesia. En esos años “la curia romana había llevado a la Iglesia al borde del desastre” (Pág. 155). “Los tres papas rivales fueron obligados a renunciar de sus cargos. Y mediante otro decreto posterior…el concilio de Constanza estableció la celebración continuada de concilios generales como el mejor medio para una reforma duradera de la iglesia” (Pág. 155).  El próximo concilio se celebraría en cinco años y luego cada diez años se revisaría el estado de las reformas. Martin V, el próximo papa, se comprometió a ello y luego sepultó tales decisiones conciliares.
En 1870, el concilio Vaticano I sello el papismo de manera irreversible afirmando la "infalibilidad papal" por medio de la Bula Pater Aeternis. Desde entonces los esfuerzos de conciliaristas como Küng han terminado en una suerte de tribunales eclesiásticos con silencios impuestos o remoción de la cédula para enseñar teología católica. Esta claro que esa es la derrota oficial del conciliarismo ¿a manos de qué?  A manos de la ideología papista. Küng dice del Nuevo Testamento: “En las comunidades paulinas no existía un episcopado monárquico ni un presbiterio ni la ordenación por imposición de manos” (Pág. 45).
Sin duda alguna, Karol Wojtyla (1920-2005) fue un hombre extraordinario. Yo le he conocido como filósofo tomista y he estudiado sus oportunas intervenciones políticas para liberar a su amada Polonia de manos del totalitarismo de izquierda, cosa que tenía en mente no solo a su país sino al Este europeo. También me interesó su vida como diplomático eclesiástico, por sus mensajes a cada nación, casi siempre atinados.
Sin embargo, también he oído sus desafortunadas diatribas en las que confunde productividad con materialismo y empresarialidad con ambición humana. Posturas dialécticas, conflictivas, a las que se les hace imposible reconciliar el trabajo con el espíritu, el capital con las ideas, y la creación material con la espiritualidad. Para mí, son rezagos del neoplatonismo agustiniano, del cual la Iglesia nunca se pudo desembarazar, como tampoco ha podido entender la economía fuera de la conflictividad marxista. Curiosamente, en estos últimos fallos, los católicos son cándidamente seguidos por los protestantes. ¿Santos? ¿Que los hombres tengan supererogación de méritos que puedan repartir a otros pecadores? No hay evidencia alguna de ello en la Biblia. Yo prefiero la enseñanza bíblica que insiste en que todos los creyentes son “apartados” o “santos”: es decir santificados para Dios.

domingo, 17 de abril de 2011

La Biblia y el notable descendiente de David

El concepto “escatología” en el AT se entiende como la traducción de los LXX “en los postreros días” (Gn. 49:1; Nm.24:14; Ez.38:16). Como los “postreros días”, suele referirse a David (Nm.24:17), o a la promesa de salvación que viene con el (Jer.23:5; 33:15; Os.3:5), parece seguro identificar lo escatológico con el horizonte salvífico y con la persona del mesías (cp. Joel 2:28).

Una de las afirmaciones escatológicas centrales del AT es la venida de un redentor (Gn.3:15; 49:10), que cumple el papel de profeta (Dt.18:15-22), sacerdote (Sal.110:4; Is.53:1-12) y de rey-juez (Ez.37:24-28; cf. Sal.2; 110:1-7). El sistema sacrificial prefigura a Jesucristo en quien finalmente se cumplen las demandas de la justicia de Dios (Ro.3:21-26).
Cristo, según el autor a los Hebreos, apareció al fin de la edad (He.9:26). Ese período se inaugura con la venida de Cristo el Mesías, pero espera un cumplimiento posterior en su segunda venida (Hch.3:19-21). En la preguntan por la restauración del reino, Jesús menciona la venida del Espíritu Santo, en quien los postreros días se hacen presentes con el gobierno del mesías (Hch.1:7-8; 2:1-4; 32-36; y 4:11-12). Pero los tiempos de refrigerio vendrán después, cuando el venga otra vez (Hch.3:19-21, especialmente 20).
El libro de 2 Samuel 7 indica que un sucesor de David se sentará en su trono para siempre. Los libros de crónicas insisten en trazar la genealogía de David porque ella tiene un valor legal para validar el acceso de David y luego de Jesús, su notable descendiente, al trono. El fracaso de toda la dinastía del reino del norte se sugiere ya por el hecho que ninguno de sus 18 reyes es descendiente de David.

El libro 2do de Crónicas 36: 9-10, presenta a un rey del reino de Judá, a un descendiente de David, en la cautividad. En Judá todos los reyes fueron de la dinastía davídica, por eso es tan significativo que en 2 Reyes 25, al final del libro, Joaquin sea liberado por el  rey de Babilonia. Este cierre sugiere que la esperanza del ilustre descendiente de David sigue vigente.
La concentración cristológica del Nuevo Testamento, hace a Jesús el nuevo David (Hch. 2:24-36), el nuevo Moisés (Mt.5-7), la vid verdadera (cp. Is.5 con Jn.15), el propiciatorio (Ro.3:25), el cordero de Dios (Jn. 1:29), la simiente de Abraham (Gá. 3:16), que  es la aplicación de la tipología de Israel a Cristo, lo cual es parte importante de la teología del Nuevo Testamento, tanto en los evangelios, como en los pasajes paulinos. 


martes, 5 de abril de 2011

La Biblia:del Antiguo Testamento a Jesús de Nazaret

 De todas las palabras que hablo Jesús, según los textos bíblicos, un 10 % eran citas del Antiguo Testamento. Se refirió a 24 libros del Antiguo Testamento, mientras el resto de los autores bíblicos citan 34 de los 39 libros. Los libros que ni Jesús ni otros  autores citaron son Esdras, Nehemías, Esther, Eclesiastés y Cantar de los cantares. Pero es impresionante que en una época en la que los textos eran caros y escasos, Jesús haya usado tantos versículos bíblicos para explicar su misión y su relación con el padre. ¿Qué significa para los cristianos este uso patente por Jesús del Antiguo Testamento? ¿Casualidad o enseñanza?
En cuanto al texto, Jesús parece igual citar del texto masorético (hebreo), de la Septuaginta (griego); e incluso, hay instancias en las que la cita empleada por Jesús nos recuerda la tradición de los Tárgum originados en tiempos de la sinagoga (arameo). Sin embargo, es significativo que Jesús no citara ninguno de los libros pseudoepigraficos, escritos entre el año 400 y el 200 A. C. 
Por supuesto el Nuevo Testamento en general apoya esa actitud. Hay unas 278 citas directas, de las cuales 224 son citas con alguna formula introductoria. Unas 653 alusiones a pasajes o eventos históricos y las reminiscencias o semejanzas son muchas más, pudiendo alcanzar unos 4000 pasajes antiguotestamentarios. Procedentes del canon hebreo, 278 diferentes versículos del Antiguo Testamento aparecen distribuidos así: 94 provienen del Pentateuco; 99 se refieren a los Profetas; 85 viene de los Escritos, de 24 libros del canon Hebreo. Dichas citas constituyen el 10% del Nuevo Testamento y, frente a esas cifras, no es ninguna casualidad que los libros pseudoepigraficos estén totalmente ausentes del Nuevo Testamento y de la bibliología de Jesús.
Fue Agustín de Hipona quien dijo que el Nuevo Testamento se haya latente en el Antiguo y al Antiguo se haya patente en el Nuevo. En otras palabras, nuestra tradición interpretativa se enraíza en el Antiguo Testamento y se proyecta al Nuevo, sin que se pueda entender, ni se deba leer una parte sin la otra. La buena nueva  del evangelio se anticipa en el sistema sacrificial; la ética cristiana se anticipa en la ley; en el Edén, la renuncia a la vida sin Dios se encapsula en la prohibición de comer del fruto del Árbol del Huerto. En el Nuevo Testamento, los sacrificios se cumplen en la persona de Jesús; la ética de la ley se explica en el Sermón del Monte; y el Árbol del Huerto, se supera por el madero de la cruz de donde viene la vida plena que se haya en Cristo (Gá.2:20).  
Recordando a John Goldingay uno encuentra en el evangelio de Mateo pasajes como Mateo 1:1-17, en donde el A. T. cuenta la historia de la cual Cristo es el clímax; o, Mateo 1:18 - 2:23, en donde el A. T. declara la promesa de la cual Cristo es el cumplimiento. O, Mateo 3:13-17, en donde el A. T. provee la imagen, ideas y palabras con las cuales entender a Cristo. También, Mateo 4:1-11, en donde el A. T. dice que clase de vida espera Dios que su pueblo viva; así mismo, Mateo 5:1-12, en donde el A. T. describe la clase de vida que Dios espera que el creyente viva. y finalmente, Mateo 5:17-48, en donde el A. T. provee el fundamento para la enseñanza moral de Cristo.
La Biblia es un documento cristiano que anticipa la venida del hijo de Dios, presenta su persona como quien define la historia de la salvación y proclama su mensaje, con el cual explica y complementa al A. T. Ni las naciones poderosas, ni los antihéroes, ni pueblos o Iglesias desobedientes distraen la unidad de la Biblia de Jesús como su idea central. La buena nueva, la ética responsable, y la esperanza futura son las categorías para leer la Biblia, sin negar su historia y sin olvidar a Cristo.