Estas reflexiones se ofrecen no sólo para mostrar la centralidad de Jesús en la teología, sino para afirmar la importancia trinitaria en ella, siendo susceptibles de colocarse estas afirmaciones también en mira trinitaria.
1.Dios existe eternamente, en relación amorosa, armoniosa y comunicativa con el Espíritu Santo y con Cristo, en quien acercaría la eternidad insertándola en la historia, para unir lo de Dios a lo de los hombres (la creación) y a los hombres con Dios, con la eterna decisión del auxilio del Espíritu. (Dios)
2.Así mismo, dispuso Dios ser conocido por su palabra, aliento propio, pero que su revelación por excelencia fuera el Mesías, quien sería el horizonte interpretativo de la revelación, prefigurándola, anunciándola y cumpliéndola en el todo y en sus partes. (Su Palabra)
3.Dios al decidir la encarnación creó a la humanidad con potencial para unirse de manera única con él, de tal manera que Jesús pudiese ser plenamente Dios y plenamente hombre y seguir siéndolo después de su resurrección. (Cristo)
4.Dios dispuso que la venida del Espíritu Santo al mundo procediese del Padre y del Hijo no en el tiempo sino como resultado de una eterna relación, para que siendo el Espíritu de Cristo, fuese, en el hombre, el perfeccionador de la obra de redención del pecado.(El Espíritu)
5.Dios quiso que el hombre pecador se relacionara con Dios en semejanza con Cristo, en la intimidad que Jesús guarda con el padre (positivamente); y en contraste con Cristo, por la ausencia absoluta y denuncia del mal en la vida terrena de Jesús(negativamente), semejante a nosotros y tentado en todo pero sin pecado. (Hombre y Pecado)
6.En cuanto a la redención, Dios determinó que se cumpliese con la justicia divina en Jesús, requiriendo por el pecado un sacrificio infinito que solo Dios podía proveer, haciéndolo un hombre, en nombre de la parte ofensora que es el ser humano, por esa razón Dios se hizo hombre. (Salvación)
7.Las figuras sobre la Iglesia que ponen a Jesús como su cabeza no son retóricas. Corporativamente esta unión espiritual que ha creado el Espíritu Santo ha permitido que Jesús sea no sólo quien dirige a la Iglesia como su modelo sino en cuyo sacrificio se cimente y fundamente la relación de todos los hombres que creen en Dios, de modo que la iglesia no es un club sino una comunidad de quienes confiesan el nombre de Cristo y han creido en lo que Dios dice acerca de él. (Iglesia)
8.En cuanto a la consumación de todas las cosas, estas traslucirán el papel preponderante que juega el Mesías como rey y juez de las naciones con base a su función sacerdotal, a su sacrificio reconciliador de todas las cosas, de modo que los reinos humanos que son de Dios y de su Cristo, den paso al que reinará por los siglos de los siglos. (Escatología)
Guillermo W. Méndez (1955- ). Teólogo guatemalteco. Estudió en Guatemala y Estados Unidos. Maestría en Teología, Seminario Teológico de Dallas, 1982; Maestría en Ciencias Sociales UFM, 1994. Suma Cum Laude. Diploma de excelencia docente, Facultad de Ciencias Económicas, URL, 1995. Ha investigado sobre Derecho, Economía y Política. Autor de "Una vida con responsabilidad",(2005).
jueves, 30 de diciembre de 2010
viernes, 24 de diciembre de 2010
Cur Deus Homo? De por qué Dios se hizo hombre...
Comparto con los lectores de este blog, una frase preciosa de mi amigo el Prof. Gerardo Alfaro.
"...la encarnación es preparada y posibilitada por el plan de Dios que creó a la humanidad con potencial para unirse de manera única con él... La encarnación fue necesaria para que nuestros pecados fueran totalmente pagados por el único que podía pagarlos: un ser que fuese Dios y hombre a la vez".
"...la encarnación es preparada y posibilitada por el plan de Dios que creó a la humanidad con potencial para unirse de manera única con él... La encarnación fue necesaria para que nuestros pecados fueran totalmente pagados por el único que podía pagarlos: un ser que fuese Dios y hombre a la vez".
lunes, 20 de diciembre de 2010
¿Judaizar o no judaizar? ¿Cuánto de la ley debemos cumplir hoy?
El pacto con Abraham (tierra, misión y descendencia), con Moisés (instrucción), con David (reino), el pacto nuevo (nuevo corazón y conocimiento de Dios) se aplican todos en fases, en parte a Israel y en parte a la Iglesia en el pasado, el presente y el futuro. Con la Iglesia sólo en su presente y en el futuro. Dos textos claves son Hechos 15 y Gal. 4:4-7. Jesús es el centro del que emanan las distintas aplicaciones de los pactos según el testimonio del N. T. No es necesario declararse judío para que se cumpla lo que corresponde a la Iglesia.
Desde muy temprano fue evidente que la interpretación era una tarea importante en el proceso de instruir y responder a las necesidades de las Iglesias. En ese marco Pedro confiesa que Pablo “ha escrito algunas cosas difíciles de entender, que los indoctos tuercen como las otras Escrituras”, refiriendose con "las otras escrituras" al A. T. (2 P. 3:15-16). Pedro reconoce que el origen de esta sabiduría, a Pablo “le ha sido dada” y que se trata de temas como la paciencia, la libertad cristiana (de la ley de Moisés) y la venida del señor, cosas que pueden ser mal interpretadas según Pablo mismo (1Tes.4:13, Gá.5:13).
En el marco de la perversión hermenéutica del evangelio por los judaizantes, Pablo explica que al prestar la cortesía de saludar a los “pilares de Jerusalén”, (mas cercanos a la tradición mosaica) sólo estuvo con Pedro quince días y vio a Jacobo (Gá. 1:18-19). Sin embargo, no fue mas allá de eso ni se sintió obligado pasar por un proceso de validación judaica de su mensaje. Esto dicho por un ex-fariseo!!
Cuando surgió la controversia sobre el tema de si los gentiles debían guardar la ley, la conclusión se fundamenta en: 1. El testimonio sobre la visión de Pedro "no llamar a nada inmundo" (Hch. 15:14, cp Hch. 11); 2. El testimonio de las Escrituras "el resto de los hombres y todos los gentiles busquen al señor" (Hch.15:15-18) ...; y 3. Dar a conocer la decisión de “los pilares” de Jerusalén por medio de una carta llevada por los apóstoles mismos (Hch.15:22). De esta manera, se resolvió la pregunta sobre si judaizar o no judaizar a los gentiles. La respuesta fue claramente que NO. Sobre la base de la revelación (AT) y por el consenso de los apóstoles, como lo muestra el caso de Jerusalén. Ese testimonio apostólico se haya en la doctrina del N. T. Ef.2:20.
¿Cuánto de la ley debemos cumplir hoy? Hoy debemos cumplir con el espíritu de toda la ley, con la ética y obediencia moral que se encierra de alguna manera en el sermón del monte. Eso es lo que significa "buscar el reino de Dios y su justicia" y "tener una justicia superior a la de los escribas y fariseos" (Mt.5:20 y Mt.6:33). En ambos testamentos eso pasa por internalizar el amor y manifestarlo a Dios y a los hombres, como lo resume el Sermon del Monte.
Preocuparse por las fiestas judías, las leyes ceremoniales o los sacrificios es no entender el papel de Jesús en relación a esas fiestas y ritos. El es su cumplimiento, a él prefiguraban y en él se agota el significado del pasado judío y por él se amplia la aplicación de distintas fases de los pactos antiguotestamentarios para los gentiles. Tomarlo en otro sentido, sugiere que no entendemos nada del cristocentrismo del Nuevo Testamento, tampoco el Sermón del Monte y, en definitiva, tampoco entendemos que ambos testamentos son un libro cristiano mas que judío. Eso sin perjucio del cumplimiento de las profecías para Israel, participación que la Iglesia entra a disfrutar desde el momento en que cree lo que Dios ha dicho con respecto al mesías.
Desde muy temprano fue evidente que la interpretación era una tarea importante en el proceso de instruir y responder a las necesidades de las Iglesias. En ese marco Pedro confiesa que Pablo “ha escrito algunas cosas difíciles de entender, que los indoctos tuercen como las otras Escrituras”, refiriendose con "las otras escrituras" al A. T. (2 P. 3:15-16). Pedro reconoce que el origen de esta sabiduría, a Pablo “le ha sido dada” y que se trata de temas como la paciencia, la libertad cristiana (de la ley de Moisés) y la venida del señor, cosas que pueden ser mal interpretadas según Pablo mismo (1Tes.4:13, Gá.5:13).
En el marco de la perversión hermenéutica del evangelio por los judaizantes, Pablo explica que al prestar la cortesía de saludar a los “pilares de Jerusalén”, (mas cercanos a la tradición mosaica) sólo estuvo con Pedro quince días y vio a Jacobo (Gá. 1:18-19). Sin embargo, no fue mas allá de eso ni se sintió obligado pasar por un proceso de validación judaica de su mensaje. Esto dicho por un ex-fariseo!!
Cuando surgió la controversia sobre el tema de si los gentiles debían guardar la ley, la conclusión se fundamenta en: 1. El testimonio sobre la visión de Pedro "no llamar a nada inmundo" (Hch. 15:14, cp Hch. 11); 2. El testimonio de las Escrituras "el resto de los hombres y todos los gentiles busquen al señor" (Hch.15:15-18) ...; y 3. Dar a conocer la decisión de “los pilares” de Jerusalén por medio de una carta llevada por los apóstoles mismos (Hch.15:22). De esta manera, se resolvió la pregunta sobre si judaizar o no judaizar a los gentiles. La respuesta fue claramente que NO. Sobre la base de la revelación (AT) y por el consenso de los apóstoles, como lo muestra el caso de Jerusalén. Ese testimonio apostólico se haya en la doctrina del N. T. Ef.2:20.
¿Cuánto de la ley debemos cumplir hoy? Hoy debemos cumplir con el espíritu de toda la ley, con la ética y obediencia moral que se encierra de alguna manera en el sermón del monte. Eso es lo que significa "buscar el reino de Dios y su justicia" y "tener una justicia superior a la de los escribas y fariseos" (Mt.5:20 y Mt.6:33). En ambos testamentos eso pasa por internalizar el amor y manifestarlo a Dios y a los hombres, como lo resume el Sermon del Monte.
Preocuparse por las fiestas judías, las leyes ceremoniales o los sacrificios es no entender el papel de Jesús en relación a esas fiestas y ritos. El es su cumplimiento, a él prefiguraban y en él se agota el significado del pasado judío y por él se amplia la aplicación de distintas fases de los pactos antiguotestamentarios para los gentiles. Tomarlo en otro sentido, sugiere que no entendemos nada del cristocentrismo del Nuevo Testamento, tampoco el Sermón del Monte y, en definitiva, tampoco entendemos que ambos testamentos son un libro cristiano mas que judío. Eso sin perjucio del cumplimiento de las profecías para Israel, participación que la Iglesia entra a disfrutar desde el momento en que cree lo que Dios ha dicho con respecto al mesías.
domingo, 5 de diciembre de 2010
La Biblia y la conservacion de "nuevos convertidos"
Increíblemente, el texto bíblico mas adecuado para esta sección es nada menos que Santiago 2:14-26. “Si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras, ¿podrá la fe salvarle? ¿de qué aprovecha? La fe, si no tiene obras es muerta en si misma”. ¿De qué esta hablando este texto? Se refiere a cosas que fuera de Santiago nos parecen muy extrañas. Es una gran perdida para la Iglesia interpretar este pasaje como si Pablo y Santiago estuviesen hablando de la misma cosa. En efecto las palabras son las mismas pero el contexto de Santiago es muy diferente al de Pablo, pero increíblemente pertinente para los resultados del evangelismo.
En primer lugar, yendo al grano, el pasaje advierte, por un lado, de una verdad central en Santiago, la existencia de lo que el autor llama, “una fe muerta”. Santiago no dice que no exista, al contrario. Precisamente, el punto del autor es que tal fe si existe y que debe evitarse a toda costa. La fe sin obras no manifiesta cosa alguna ante los hombres, es decir “ni salva” del error (Stg.5:19-20), ni “justifica” ante los hombres (Stg.1:22-25). Tampoco dice que el resultado de esa fe sea el infierno, su resultado es la falta de una buena reputación ante los hombres, al punto de poner en riesgo la productividad de la vida cristiana. Es la mala reputación producto de la inutilidad de la vida.
La referencia a lo que hace la Palabra de Dios es que ella “puede salvar vuestras almas” (Stg.1:21-22). Causa confusión interpretar psuche, “alma” en sentido espiritual o inmaterial. Este es uno de esos textos en donde alma se refiere a la totalidad de la vida o a la vida física de una persona. Es la misma expresión de Santiago 2:14 y se refiere no a salvarse del infierno, sino a salvar la vida, como en Marcos 3:4 y Lucas 6:9: “¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida (psuche), o quitarla?”. En Santiago, la vida (psuche) se salva de la inutilidad haciéndola productiva por medio de una fe que obedece la palabra de Dios. En los siguientes pasajes “alma” tiene ese mismo sentido en la traducción griega del Antiguo Testamento: Gn.19:7; 32:30; 1S.19:11; Je.48:6.
En efecto, se ha dicho que Santiago refleja la literatura de sabiduría. Veámoslo en el tema de la muerte tan frecuente en Proverbios. Por ejemplo, 10:27 “El temor de Jehová aumentará los días; Mas los años de los impíos serán acortados”. 11:19 “Como la justicia conduce a la vida, Así el que sigue el mal lo hace para su muerte”. 12:28 “En el camino de la justicia está la vida; Y en sus caminos no hay muerte”. 13:14 “La ley del sabio es manantial de vida Para apartarse de los lazos de la muerte”. 19:16 “El que guarda el mandamiento guarda su alma; Mas el que menosprecia sus caminos morirá”. De esta salvación habla Santiago. La fe viva salva porque la obediencia hace productiva la vida (psuche) en buenas obras, una vida (psuche) sin ellas, espiritualmente, es tan inútil como la muerte misma.
En segundo lugar, la fe de la que habla Santiago si justifica ante Dios. Santiago nunca dice que la fe sin obras no justifique, sin embargo, lo que tal fe consigue en la relación con Dios es algo que solo Dios ve, por eso esa fe que justifica ante Dios, no justifica ante los hombres. Según Santiago la fe se perfecciona (v.22), se nutre o madura por las obras, como lo dice Romanos 4:19-21. Abraham “no dudó,… sino que se fortaleció en la fe…plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido”.
En tercer lugar, Pablo concuerda con esta visión cuando advierte que las obras constituyen una forma de justificación “pero no para con Dios” (Ro.4:2).En cambio las obras en Santiago justifican ante los hombres. Precisamente, las obras de Abraham lo justifican ante los hombres (v.21 y 24), le dan el título de “amigo de Dios” (v.23). Lo mismo sucede con Rahab, las obras son las que preservan su vida ante los espías, mostrando su amistad con Dios (v. 25,). Es decir, es posible que las obras que se hacen valer entre los hombres, en efecto ganen la buena reputación de los hombres o “justifiquen ante ellos”. De esa buena reputación ante los hombres es de lo que esta hablando Santiago en el caso de Abraham (cp. Is.41:8; 2 Cr.20:7) y de Rahab (cp. Jos.2:20 con Heb.11:31).
En cuarto lugar, de la misma manera que el espíritu humano mantiene vivo el cuerpo humano, las obras, por decirlo así, el espíritu que vivifica la fe, de otra manera muerta (v.26). El contraste muerte-vida presente en estos pasajes es consistente con la idea de Santiago, pues como afirma Proverbios, la obediencia a la palabra tiende a la vida y “el que sigue el mal lo hace para su muerte” (Pr.11:19). La desobediencia es fe sin obras, es fe muerta; las obras que Dios ordena son el espíritu que vivifica la fe y ellas producen justicia estableciendo la buena reputación de quien las practica (cp. Pr.10:27; 11:19; 12:28; 13:14; 19:16).
Bien, quizá no hemos solucionado todas las preguntas del lector sobre este pasaje, pero hemos puesto las tesis centrales que a nuestro entender resuelven el significado de Santiago 2. Ahora vamos al punto más importante para estas páginas. ¿Qué clase de fe tienes?, ¿una fe viva, fe con frutos o una fe muerta, fe sin frutos? Ahora sabemos qué significa “por sus frutos los conoceréis”. “El buen árbol da buenos frutos y el árbol malo da malos frutos” (Mt.7:17).
Cuando hablamos de conservación de los resultados en evangelismo, la mejor forma de guardar los resultados es asegurar el compromiso de los creyentes con la obediencia a la Palabra de Dios: “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2Ti.3:17). Cuando hemos predicado y alguien ha creído en Cristo, no podemos meter al creyente en un programa de formación de “ortodoxia muerta”. La mejor forma de preservar los resultados del evangelismo es enseñar que la fe permanece vital y viva sólo en tanto es traducida a obras reales de vitalísima obediencia.
Si Stg.1:21-2:26 es una unidad literaria, vea ahora cómo encaja 1:21. En donde 1:22-25, nos demanda ser hacedores de la palabra; y en donde 1:26-2:13, dice lo que específicamente hace un hacedor de la palabra. Realmente, esta es otra forma de decir, que nuestro creer (evangelismo) y nuestro actuar (discipulado) no deben separarse jamás. Enseñamos la doctrina pero lo hacemos de la mano de la ortopraxis y no solo de la ortodoxia, buscando que los recién convertidos crezcan en buenas obras, como el resto del Nuevo Testamento instruye.
En primer lugar, yendo al grano, el pasaje advierte, por un lado, de una verdad central en Santiago, la existencia de lo que el autor llama, “una fe muerta”. Santiago no dice que no exista, al contrario. Precisamente, el punto del autor es que tal fe si existe y que debe evitarse a toda costa. La fe sin obras no manifiesta cosa alguna ante los hombres, es decir “ni salva” del error (Stg.5:19-20), ni “justifica” ante los hombres (Stg.1:22-25). Tampoco dice que el resultado de esa fe sea el infierno, su resultado es la falta de una buena reputación ante los hombres, al punto de poner en riesgo la productividad de la vida cristiana. Es la mala reputación producto de la inutilidad de la vida.
La referencia a lo que hace la Palabra de Dios es que ella “puede salvar vuestras almas” (Stg.1:21-22). Causa confusión interpretar psuche, “alma” en sentido espiritual o inmaterial. Este es uno de esos textos en donde alma se refiere a la totalidad de la vida o a la vida física de una persona. Es la misma expresión de Santiago 2:14 y se refiere no a salvarse del infierno, sino a salvar la vida, como en Marcos 3:4 y Lucas 6:9: “¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida (psuche), o quitarla?”. En Santiago, la vida (psuche) se salva de la inutilidad haciéndola productiva por medio de una fe que obedece la palabra de Dios. En los siguientes pasajes “alma” tiene ese mismo sentido en la traducción griega del Antiguo Testamento: Gn.19:7; 32:30; 1S.19:11; Je.48:6.
En efecto, se ha dicho que Santiago refleja la literatura de sabiduría. Veámoslo en el tema de la muerte tan frecuente en Proverbios. Por ejemplo, 10:27 “El temor de Jehová aumentará los días; Mas los años de los impíos serán acortados”. 11:19 “Como la justicia conduce a la vida, Así el que sigue el mal lo hace para su muerte”. 12:28 “En el camino de la justicia está la vida; Y en sus caminos no hay muerte”. 13:14 “La ley del sabio es manantial de vida Para apartarse de los lazos de la muerte”. 19:16 “El que guarda el mandamiento guarda su alma; Mas el que menosprecia sus caminos morirá”. De esta salvación habla Santiago. La fe viva salva porque la obediencia hace productiva la vida (psuche) en buenas obras, una vida (psuche) sin ellas, espiritualmente, es tan inútil como la muerte misma.
En segundo lugar, la fe de la que habla Santiago si justifica ante Dios. Santiago nunca dice que la fe sin obras no justifique, sin embargo, lo que tal fe consigue en la relación con Dios es algo que solo Dios ve, por eso esa fe que justifica ante Dios, no justifica ante los hombres. Según Santiago la fe se perfecciona (v.22), se nutre o madura por las obras, como lo dice Romanos 4:19-21. Abraham “no dudó,… sino que se fortaleció en la fe…plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido”.
En tercer lugar, Pablo concuerda con esta visión cuando advierte que las obras constituyen una forma de justificación “pero no para con Dios” (Ro.4:2).En cambio las obras en Santiago justifican ante los hombres. Precisamente, las obras de Abraham lo justifican ante los hombres (v.21 y 24), le dan el título de “amigo de Dios” (v.23). Lo mismo sucede con Rahab, las obras son las que preservan su vida ante los espías, mostrando su amistad con Dios (v. 25,). Es decir, es posible que las obras que se hacen valer entre los hombres, en efecto ganen la buena reputación de los hombres o “justifiquen ante ellos”. De esa buena reputación ante los hombres es de lo que esta hablando Santiago en el caso de Abraham (cp. Is.41:8; 2 Cr.20:7) y de Rahab (cp. Jos.2:20 con Heb.11:31).
En cuarto lugar, de la misma manera que el espíritu humano mantiene vivo el cuerpo humano, las obras, por decirlo así, el espíritu que vivifica la fe, de otra manera muerta (v.26). El contraste muerte-vida presente en estos pasajes es consistente con la idea de Santiago, pues como afirma Proverbios, la obediencia a la palabra tiende a la vida y “el que sigue el mal lo hace para su muerte” (Pr.11:19). La desobediencia es fe sin obras, es fe muerta; las obras que Dios ordena son el espíritu que vivifica la fe y ellas producen justicia estableciendo la buena reputación de quien las practica (cp. Pr.10:27; 11:19; 12:28; 13:14; 19:16).
Bien, quizá no hemos solucionado todas las preguntas del lector sobre este pasaje, pero hemos puesto las tesis centrales que a nuestro entender resuelven el significado de Santiago 2. Ahora vamos al punto más importante para estas páginas. ¿Qué clase de fe tienes?, ¿una fe viva, fe con frutos o una fe muerta, fe sin frutos? Ahora sabemos qué significa “por sus frutos los conoceréis”. “El buen árbol da buenos frutos y el árbol malo da malos frutos” (Mt.7:17).
Cuando hablamos de conservación de los resultados en evangelismo, la mejor forma de guardar los resultados es asegurar el compromiso de los creyentes con la obediencia a la Palabra de Dios: “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2Ti.3:17). Cuando hemos predicado y alguien ha creído en Cristo, no podemos meter al creyente en un programa de formación de “ortodoxia muerta”. La mejor forma de preservar los resultados del evangelismo es enseñar que la fe permanece vital y viva sólo en tanto es traducida a obras reales de vitalísima obediencia.
Si Stg.1:21-2:26 es una unidad literaria, vea ahora cómo encaja 1:21. En donde 1:22-25, nos demanda ser hacedores de la palabra; y en donde 1:26-2:13, dice lo que específicamente hace un hacedor de la palabra. Realmente, esta es otra forma de decir, que nuestro creer (evangelismo) y nuestro actuar (discipulado) no deben separarse jamás. Enseñamos la doctrina pero lo hacemos de la mano de la ortopraxis y no solo de la ortodoxia, buscando que los recién convertidos crezcan en buenas obras, como el resto del Nuevo Testamento instruye.
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