¿Qué dice la Biblia sobre el fin del mundo? Este tópico parece tenebroso al empezar un nuevo año. Pero por vía de justificación, permítasenos decir que esta temática es fuertemente sugerida por los astrofísicos. En efecto, es ahora la ciencia la que plantea el tema del fin del mundo. Pero la ciencia al plantearse el fin lo hace teniendo en mente los orígenes del universo. Ni mas ni menos que como la Biblia, la ciencia se refiere a ambos temas. El interés de los científicos en los origenes y en el fin de la tierra nos invita a reflexionar sobre lo mismo. Nos sorprende la coincidencia que los cientificos muestran con el punto de vista bíblico.
El tema de los orígenes se haya claramente enseñado en la Biblia. Dios es el autor de todo cuanto existe, expresado vigorosamente en el “merismo”, figura hebrea presente en el primer verso de Génesis: “en el principio creo Dios los cielos y la tierra”. Consiste el merismo en la mención de dos planos opuestos para incluir todo lo que se haya comprendido entre ellos.
En Génesis 1 y 2 se afirma la soberanía de Dios sobre la creación. En el plano de la creación es donde se proyecta la elección de Dios sobre la vida de los hombres. La elección y la gracia de Dios suceden en el ámbito de la creación. La palabra creativa, µyhil¿aÔ rm,aYœw"" waomer Elohim, ‘y dijo Dios’, tan patente en los primeros dos capítulos del Génesis, reitera la soberanía divina y explica porque Dios tiene derechos sobre los hombres y su mundo desde el momento de su creación. En lo sucesivo, la lectura somera de las Escrituras revela términos como llamar, apartar, conocer, que son el lenguaje mismo de la elección (Gn. 12:1-3; 15:1-21; 17:1-22; 18:17-19; 22:15-18; 26:2-5, 24; 28:13-15).
De la misma manera, la Biblia habla de un mudar la creación. Pero este cambio consiste en un juicio divino y por ello no ocurrirá sin alguna forma de cataclismo. Por eso leemos que "cielo y tierra pasarán" (Mt. 24:35), huirán ante el rostro "del que está sentado en el trono" y "ningún lugar se encontró para ellos" (Ap. 20:11); el cielo y la tierra serán sacudidos y removidos de su lugar (Hch. 12:26s); serán enrollados como un pergamino (Is. 34:4); envejecerán como un vestido gastado (Is. 51:6; Sal. 102:26); y serán consumidos por fuego (2 P: 3:7,10).
Algunos científicos postulan que el Big Bang es el origen del universo. Se lo describe como una gigantesca liberación de energía que dio origen a los planetas, galaxias, estrellas lejanas y soles. Pero, aseguran también que las puso en movimiento y que el rumbo que tales estrellas llevan o la velocidad con la que se alejan unos de otros, es producto de esa inimaginable liberación de energía inicial.
En cuanto al fin de la vida, la ciencia dice que concurre con esa misma tendencia a la disgregación o separación de los planetas frente a sus soles y sistemas. Por ello llegará a terminarse la vida en la tierra en medio de grandes cataclismos debatiéndose si por frio o excesivo calor.
Podría decirse que, hasta aquí, en cuanto al punto de inicio y fin de la tierra en líneas muy generales, los científicos y la Biblia coinciden. Sin embargo, lo sorprendente es que Dios no solo anuncia el juicio sino promete una nueva creación más espectacular y admirable que la primera (Is. 65:17-25, 66:22ss, cf. 11:6-9, 43:18s, 44.6s, 48:6s, cf. Am. 9:13s, Ez. 47:1-12, Os. 2:18-23). Hasta ahí no llega la ciencia, porque esta es la palabra de esperanza que la Biblia ofrece a los que creen. Por eso, esta es una buena reflexión para iniciar el año 2010.
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