Tal cual Saddam Hussein, Gaddafi era ahora un líder político más que religioso. En otras palabras había moderado su postura en torno al islam extremo, participaba en las conversaciones libias y francesas para limitar la expansión del islam, e incluso había empezado pláticas secretas con Israel. Por otro lado, su potencial sucesor se había acercado a la London School of Economics en donde trataba de obtener un título que validara sus potenciales aspiraciones políticas. Entonces, ¿por qué cayó Gaddafi?
Gaddafi estuvo más de 40 años en el poder. Cometió atrocidades contra todo aquello que consideró amenaza. En el plano internacional quizá lo más recordado sea la voladura del avión de Pan-American. Apoyo el terrorismo y se constituyo en enemigo de occidente (EE UU), por lo cual fue bombardeado por Estados Unidos en tiempos del presidente Bill Clinton. Pero hay mucho más que eso.
Gaddaffi fue un líder extremadamente cruel con su propia población. Sus ejecuciones, castigos ejemplares y torturas de aquellos que le disgustaban son sacados de un prontuario de maldad. Quemar gente, violar mujeres parientes de opositores, empoderar sin control a jefes de cuarteles, son acciones que resultaron en miles de muertos y desaparecidos a lo largo de su gobierno. Era dueño de vidas y haciendas, por ejemplo, con el primer derecho a tomar mujeres y con la última palabra para terminar con la vida de quien fuera. Ni más ni menos que como en los tiempos de los imperios históricos pre-cristianos, que hoy se nos antojan brutalmente inhumanos.
Gaddafi murió en manos de la turba enardecida que tenía fijos en su memoria 41 años de atrocidades que se cometen cuando ni la ley, ni la moral, ni la tradición protegen al ser humano. La Biblia cuenta la historia de dos cuñadas que tuvieron acceso al poder en el reino del Norte Israel, y en el reino del Sur, Judá. Se les menciona porque ambas murieron como Gaddfi, en una suerte de linchamiento o muerte publica. Atalía era del norte hija del perverso Omri y recomendó a su hijo Ocozias, que ella procreó con Joram rey del Sur, casarse con una prima suya, hija de Acab, hijo de Omri y hermano de Atalía. Ocozias fue un mal rey en el Sur y murió (2 R. 8:27). Al morir Ocozías, su usurpadora madre mató a sus hijos (sus nietos) queriendo unificar Norte y Sur haciéndose ella reina (2 R. 11). Murió violentamente tras restaurarse la línea davídica. De Omri, rey de Israel, el padre de Atalía y de Acab se dice: “quien hizo peor que todos los reyes que habían reinado antes que él” (1 R. 16:25).
La cuñada de Atalía fue Jezabel, esposa de Acab, rey del Norte. 1 ero. Reyes ocupa casi la tercera última parte del libro relatando las perversidades de esta mujer. En suma, Atalía, hermana de Acab, casada con el rey del Sur y Jezabel, la mujer de Acab, eran dos cuñadas muy perversas. Jezabel también murió públicamente, lanzada por la ventana por sus propios siervos y comida por los perros en una escena que fue muy conocida en Israel (2 R. 9:30-37). En el caso de estas dos mujeres es el juicio de Dios el que se destaca en el relato. Cuando los hombres (o mujeres) se colocan sobre los seres humanos, abusando, matando y violentándolos de una manera cruel y arrogante, Dios les quita la vida.
Pero esta enseñanza bíblica va también para las turbas que linchan, matan y cometen injusticias en nombre de la justicia. Hemos tenido noticas de la muerte no solo de culpables sino también de inocentes en donde se hace justicia por mano propia. Por eso es tan importante que la ley cumpla su función y el Estado de Derecho se haga valer. Pero con Estado de Derecho o sin él, Dios seguirá haciendo su justicia, quitando y poniendo reyes, sobre pueblos “buenos” y pueblos “perversos”.
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