viernes, 9 de diciembre de 2011

La Biblia y el rescate económico alemán, ¿un nuevo Egipto?

Angela Merkel es hija de un pastor luterano que recientemente falleció. Tengo la impresión que ella ha sido una luterana practicante, pero no conozco la naturaleza de su fe. Así que no pretendo reclamar que la Sra. Merkel sea “la José” de tiempos modernos. Tampoco pueden compararse Alemania y Egipto porque Egipto fue advertido por revelación divina al faraón, por medio de un sueño, acerca de la llegada de tiempos de abundancia y tiempos de escasez. Hoy lo que sabemos de la abundancia no lo sabemos por revelación, sino que lo sugieren los ciclos económicos producto de la expansión de crédito con sus dispendios y, especialmente, en los estados vecinos. Entonces ¿a qué viene esta comparación?
Alemania ha sido un actor importante en la economía europea. Mientras los vecinos se jubilan a los 50 años y viven del Estado el resto de su larga vida, los alemanes se jubilan a los 65 y trabajan, trabajan, trajaban. Como ha dicho la profesora María Loaiciga-Susino de la Universidad de Miami: “Mientras otros se mantienen en fiesta, los alemanes trabajan”.  Entiéndase por fiesta el dispendioso Estado benefactor que promete todo a todos, bajo la idea de que el Estado imprime dinero y de esa imprenta salen fábricas, empleos, bienestar y riqueza. Si, así nomas, sin riesgos privados, sin préstamos, sin inventores, emprendedores, o con empresarios que tienen costo cero e ingresos netos altísimos.
Hoy, los que han pagado la fiesta deciden como se administrará la Eurozona de ahora en adelante. Disciplina fiscal, no prometemos todo a todos, no más bonos o deuda soberana que nadie puede pagar, no más jubilaciones tempranas que quitan los ingresos a los que se han jubilado ya y solo incrementan los costos fijos. En suma, todo a lo que los estados se comprometieron si Alemania les daba dinero.  Alemania hizo su parte y los políticos de las naciones vecinas no cumplieron.
Egipto tuvo un papel interesante en la economía de escasez de su día. Ese momento especial es cuando Dios llama a José a sanear la economía egipcia para proteger a los descendientes de Jacob. José obliga a los egipcios a proveer para los tiempos de crisis (Gn.47). El “compró” a cambio de alimentos las posesiones de los egipcios. Los egipcios quedan pagando al faraón un impuesto del 20% (una quinta parte) del fruto de la tierra, que era para hacer sostenible la semilla que recibían (v.23), y el pueblo se queda de dueño del 80% restante: “y las cuatro partes serán vuestras, para sembrar las tierras y para vuestro mantenimiento” (v.24). La idea es que el 20% era para la producción de alimento y el 80% restante para el intercambio.
Eso se hizo claramente para sanear la economía egipcia, sí, del imperio, para generar riqueza en tiempos de escasez y proteger de esa manera a su pueblo. Dios preparaba el camino a Israel, la nación de cuyo linaje vendría el Mesías. Hoy no podemos reclamar lo mismo para las acciones de Alemania, pero ciertamente su capacidad y su claridad tienen el efecto potenciador de mantener unidos a los países de la Eurozona. Ni a los pueblos ni a los políticos les gusta la medicina alemana, pero parece que no tendrán más remedio que taparse las narices y tragársela.  No por temor a un Cuarto Reich, razón por la que Thatcher y Miterrand se oponían a la reunificación de Alemania, sino porque sus políticos piensan solo en el corto plazo y en prometer todo a todos.


Ante la posible quiebra financiera de la Eurozona, Alemania y Francia han optado por la intervención. El rescate de financieras, bancos, empresas y países enteros ha sido ya pagado por los alemanes pero las naciones no hacen cambio alguno. ¿Qué sugieren las autoridades teutonas para conseguir dinero? Que una parte venga de impuestos, otra de préstamos y otra de inflación de los próximos 15 años. Tres venenos que trás tomarlos darán el dinero de vuelta al Estado. Lo que José hizo fue dar recursos a los productores para que crearan ellos la riqueza. La única fuente segura de la prosperidad es la que producen las personas y no el Estado.