lunes, 30 de agosto de 2010

Una iglesia con responsabilidad


MEDIDAS DE EMERGENCIA PARA UNA IGLESIA EN CRISIS

1.   Desarrollar un liderazgo que lee, que piensa y que tiene una visión
Problema: HACEMOS MUCHO Y PENSAMOS POCO
2.   Mantener unido el evangelismo y el discipulado
Problema: DECIMOS QUE HAY QUE CREER PERO NO DECIMOS QUE HAY QUE CAMBIAR
3.   Mantener unidas la responsabilidad, la libertad y la piedad
Problema: DECIMOS QUE HAY QUE ORAR PERO NO RELACIONAMOS LA PIEDAD CON LA LIBERTAD
4.   Mantener unidos el conocimiento bíblico y la predicación
Problema: PREDICAMOS MUCHO PERO NO CONOCEMOS BIEN LA BIBLIA
5.   Mantener unidas la predicación y toda la problemática humana
Problema: ESTAMOS PASANDO POR ALTO LA PREGUNTA PRINCIPAL DEL OYENTE “QUÉ SIGNIFICA ESTO PARA MI”
6.   Mantener unidos la espiritualidad, el amor a Dios con el amor al prójimo (Imago Dei + amor al projimo= infinito valor de la persona humana)
Problema: SOMOS ESPIRITUALES EN LO PERIFERICO (RELIGIOSOS) EN AQUELLO QUE A DIOS NO LE INTERESA
7.   Mantener unidas adoración, vocación y vida diaria
Problema: SOMOS EXPERTOS EN EL RITO Y POBRES ADORADORES
8.   Mantener unidos el liderazgo docente y al liderazgo administrativo
Problema: FACILMENTE OPTAMOS POR UN VEHICULO CON UNA SOLA RUEDA
9.   Mantener unidas la iglesia local con la misión a todas las naciones y pueblos
Problema: IGLESIAS ENSIMISMADAS Y NARCICISTAS NO SON LA VOLUNTAD DE DIOS
10.   Mantener unidos la teología de la productividad, las promesas de Dios, con el estilo de vida simple
Problema: “TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE” FUE DICHO PARA RATIFICAR QUE EL SERVICIO CRISTIANO ES COMPATIBLE CON UN ESTILO DE VIDA SIMPLE

El maestro de Adam Smith: "la escuela de disidentes"


VI. Francis Hutchenson
Fue profesor de Adam Smith. Nació al norte de Irlanda, tanto su abuelo como su padre fueron ministros de la Iglesia presbiteriana. Estudio en una escuela de disidentes, llamada así porque no querían asistir a instituciones educativas de la Iglesia de Inglaterra. Hutchenson estudio teología protestante, además de filosofía y literatura. A los diecisiete años, en 1711, se matriculó en la Universidad de Glasgow, cuando se iniciaba un mejoramiento del profesorado universitario al cual él mismo contribuyó.

A su retorno a Irlanda, en 1719, Francis consideraba entrar como ministro en la Iglesia Presbiteriana, pero no fue autorizado para comenzar su noviciado, debido a la crisis interna del presbiterianismo irlandés, en la cual se debatían los antiguos calvinistas, entre los que se encontraba, John Hutcheson, su padre, y, por otra parte, clérigos con “nuevas ideas”, tras haber estudiado en universidades en Europa continental, ideas que Francis compartía. 

Al volver de Dublin a enseñar a Escocia, la influencia de Hutcheson en Glasgow fue enorme. En vez de limitar sus clases al comentario oral en latín de textos escolásticos, inauguró el nuevo método de dar clases en inglés. En esos años Hutcheson comenzó a formar y a difundir sus propias opiniones filosóficas. Escribió su primera obra importante, An Inquiry into the Originen of our Ideas of Beauty and Virtue, que apareció publicada en 1725, con la cual alcanzó popularidad, y recibió también severas críticas. En 1728, apareció el segundo tratado de Hutcheson, An Essay on the Nature and Conduct of the Passions and Affections.

Su filosofía influyó en el resto de Europa y en Norte América. Como Shaftesbury y otros filósofos neo-estoicos, consideraba que la filosofía no es un mero ejercicio teórico, sino que tiene principalmente una función práctica. De acuerdo con esa inspiración, su pensamiento es esencialmente una fundamentación de la vida virtuosa, la cual conduce a una participación en la vida pública basada en disposiciones sociales del hombre, en la fe en un Dios benevolente y en la armonía del universo.

Disiente del calvinismo extremo en que este ve la elección por el bien como algo que se origina en Dios y no en la libertad del hombre. Sostiene una concepción semejante a los teólogos representados por la Confesión de Westminster, sólo en que la naturaleza humana está enteramente corrompida, pero no considera la intervención divina determinante en las acciones moralmente buenas del hombre como decía Westminster, porque el hombre actúa en relación con un mundo natural.  Se trata del continuum que hay también en Smith entre ley de Dios y devenir histórico, unido al ejercicio de la obediencia.

La teoría de la percepción desarrollada en Inquiry, dice que el hombre aprueba o desaprueba las acciones a realizar, por medio del sentido moral. Su objeto es cumplir con las disposiciones que logran el mayo rbien para el mayor número. El amor o benevolencia es pues un deseo racional, porque lleva consigo una consideración de los intereses de los otros. La felicidad de los otros que se pretende alcanzar por medio de las acciones morales que es un bien natural consistente en último término en la virtud.

En noviembre de 1730, en la lección inaugural que tituló On the Natural Sociability of Mankind, presentó un calvinismo atenuado sobre la naturaleza humana. Según este, el estado de la humanidad es un estado caído y en pecado, que fue precedido por el estado de inocencia que gozaron nuestros primeros padres antes del pecado original, y que será seguido por el estado de gracia que culmina en la vida eterna. Por tanto, la naturaleza humana sólo puede ser entendida considerando su causa final, es decir, aquella  comunión para la cual fue originalmente concebida. 

Así pues, la naturaleza humana fue creada para que los hombres pudieran vivir de acuerdo con su sensibilidad interna y sus deseos más excelentes.  De modo que la habilidad social del hombre, con sus fortalezas y debilidades,  proviene del estado actual de la humanidad, cuya imagen divina tiene vigencia todavía, aunque debilitada. Esto es lo que en teología se conoce como el “calvinismo rebajado,” entre los no presbiterianos.

lunes, 23 de agosto de 2010

Académicos y protestantes de la Ilustración Escocesa


VI. Adam Smith
Adam Smith (1723-1790) es la figura señera de la Ilustración escocesa.  Dos obras son de gran impacto “Teoría del sentimiento moral” y “La busqueda de las causas de la riqueza de las naciones”. ¿Es posible ver alguna relación entre las ideas de estas obras y la Reforma Protestante? Vínculos hay muchos.  Afirmaciones explicitas hay menos, pero será de estas últimas de las que nos ocuparemos dado el brevísimo espacio con el que contamos.
Para empezar, académicamente se habla de un Adam Smith deísta, o sea una forma suavizada de teísmo según la cual Dios creó al mundo, puso en marcha el Tic-Tac de la vida y se alejó a cosas mejores. Para otros Smith es realmente un académico indiferente a los asuntos religiosos. Finalmente están quienes afirman que Smith es un hombre que tiene una fe personal la cual expresa en el marco de las grandes influencias sobre su vida: la religión natural, la escuela estoica, el racionalismo, y el judeocristianismo. 
Dice Murray Rothbar: “En 1740, Smith hubo la licenciatura en humanidades con distinción especial en la Universidad de Glasgow. Su madre había bautizado a Adam en la fe episcopal y deseaba que su hijo se convirtiera en ministro episcopal... A pesar de su bautismo y de la presión de su madre, Smith siguió siendo un ardiente presbiteriano… tras volver a Edimburgo en 1746…
Según esta última postura, su visión económica está más cerca de Calvino que de Lutero. Si Lutero se opone a la usura, Calvino promueve el interés, según Eugen Bohem Bawerk (1851-1914), Calvino es el primer pensador moderno en enseñar la idea correcta acerca de la teoría del interés (E. Bohem Bawerk, El capital y el interés). Pero además, la visión de Adam Smith sobre la acción humana esta, de nuevo, calcada por las ideas de libertad y responsabilidad. Por ejemplo el critica las restricciones al comercio, y otras regulaciones como el control de los salarios en tanto acaban por reducirlos (TWN, 140-168) y también por las desigualdades que producen. Afirma Rothbar que “Las clases de Smith en Edimburgo y Glasgow eran muy populares y el acento lo colocaba en el ‘sistema de libertad natural’, en el sistema de ley natural y laissez faire que entonces defendía con muchas menos reservas que más tarde en su más cauteloso La riqueza de las naciones.
Cuando habla de la caridad a los pobres lo hace en un marco decididamente bíblico, cosa clara pare él pero oscura para muchos hoy. Solo se puede practicar la solidaridad con la gente concreta que conozco, no por entidades abstractas (“clases”) que no conozco. Esta es una idea que las personificaciones de “clase” en el siglo XIX perderían de vista, pero que el “realismo reformado”, como se le conoce, tendría muy claro. En efecto esa idea aparece lucidamente en TWN, “cada parroquia debe estar comprometida a proveer para sus propios pobres” (TWN, 160 y ss).
En torno a los salarios de los ministros habla del prestigio y beneficios de la tarea como es ejemplar de la Iglesia de Escocia y Ginebra (dos Estados Reformados), “y de varias otras iglesias protestantes, para satisfacernos, de que en tan acreditada profesión, en la cual la educación es fácilmente accesible, la esperanza de beneficios moderados atraerá a un número suficiente de hombres decentes y respetables a las santas ordenes.” (TWN, 155).  Discute el caso del continente en donde la abundancia de los ministros reduce sus salarios (TWN, 156).
Tras haber mencionado estas ideas, es necesario agregar otros datos biográficos sobre este punto. Primero, sus clases de “moral” con el Profesos F. Hutcheson (teólogo), están marcadas por la visión del realismo calvinista, como veremos adelante (TMS). Segundo, como parte de sus viajes por el continente se tomó el tiempo para visitar ¡Ginebra!, la meca protestante.  Finalmente, Smith, fue Rector honorario de la Universidad de Glasgow (1778), una universidad confesional, Reformada, cargo al cual difícilmente hubiera accedido, sin ser protestante. Según Rothbar “En 1750, Adam Smith obtuvo la cátedra de lógica en su alma mater, la Universidad de Glasgow y no tuvo ningún problema con el requisito de aceptar la Confesión de Fe de Westminster ante el Presbiterio de Glasgow.” (Continuará)

lunes, 16 de agosto de 2010

La filosofía del sentimiento moral en la Ilustración escocesa

V. El valor educativo de las normas religiosas y de la tradición 
Adam Smith (1723-1790) expone su pensamiento moral en el libro La teoría de los sentimientos morales (TSM) editado en 1759. He leído en más de una ocasión que la obra La riqueza de las naciones es una aplicación puntual del trabajo más general de La teoría del sentimiento morale, porque Smith jamás concibió la economía separada totalmente de la moral. Sin embargo, como hemos sugerido antes, sin normas que afirman el respeto al ser humano no hay ni sociedad, ni moral ni economía.
La importancia educativa de las normas y tradiciones es quizá el aspecto que debe rescatarse en medio del positivismo moderno. Hoy se oye a gente del mundo del derecho decir que las normas no educan. Smith tenía otra opinión. Atribuía el al sentido del deber “el único principio por el que la mayoría de los hombres es capaz de dirigir sus acciones” (TMS, p. 269). En su opinión, “Sin este respeto sagrado por las reglas generales, no hay ser humano cuya conducta pueda ser digna de fiar” (TMS, p. 271). Sobre la religión dice Smith “Y la religión, aun en su forma más ruda, dio una sanción a a las reglas morales, mucho antes de la era de la razón artificial y de la filosofía”. (TMS, p. 273).
Es cierto que Smith pone este proceso en el ámbito de “la naturaleza” y esto se ha prestado a una masiva confusión, pues se la ha calificado de estoico o admirador de la justa razón conforme a la naturaleza. Se debe recordar que, a estas alturas de la historia, la sospecha ideológica está lejos de esgrimirse; hay que recordar que Agustín ya había cazado al cristianismo con el Neoplatonismos y Aquino con Aristóteles, de modo que la familiaridad de Smith con el estoicismo no es para rasgarse las vestiduras. Sucede que para un protestante reformado la ley natural y la gracia común o gracia general son sinónimos del cuidado providente de Dios por su creación y sus creaturas. Esta relación Dios, creación, ser humano y devenir histórico es parte de lo que se entiende como sentido común.
No se olvide que sea por el lado estoico o por el teológico, la razón llego mucho después a la cita con  el hombre en su esfuerzo por enseñar moral y sentido común al ser humano.  La naturaleza (cargada de teología) es la que dispuso normas y no la razón artificial.  Este es el meollo de Smith, en donde la norma se asimila y transmite socialmente en la tradición; es la esencia de la Ilustración Escocesa contra el racionalismo constructivista. Justamente, este racionalismo es lo que separa a la tradición francesa de la libertad de su contraparte  escocesa.
Por otro lado, la idea del egoísmo no puede sostenerse de si y para si. Le es superior la simpatía, en más de un sentido. Por un lado, era la enseñanza del “querido profesor Hutchenson”, como a menudo se cita la afectuosa reverencia de Smith hacia su maestro. Yendo más atrás, era la enseñanza del cristianismo. Dice Smith en el contexto de su discusión sobre la simpatía que “amar a nuestro prójimo, como a nosotros mismos, es la gran ley del cristianismo, de modo que es el gran precepto de la naturaleza amarnos como amamos al prójimo”. (TMS, p. 72). Note que para Smith hay un continuum entre ley de Dios y devenir histórico, sugerido en la aplicación del precepto.
Hacia el final de su obra en la sección III, Smith de nuevo traza el origen de la virtud y la ética no a la razón sino a lo que se ha probado produce resultados mejores en el plano personal. Dice Smith: “La manera como se forman las reglas generales de la moralidad, es descubriendo que, en una gran variedad de casos, un modo de conducta constantemente nos agrada de manera cierta, y que, de otro modo, con igual constancia, nos resulta desagradable. Empero, la razón no puede hacer que un objeto resulte por sí mismo agradable o desagradable; la razón sólo puede revelar que tal objeto es medio para obtener algo que sea placentero o no, y de este modo puede hacer que el objeto, por consideración a esa otra cosa, nos resulte agradable o desagradable.” (TMS, p. 507).
Es importante notar que en esta cita Smith no está hablando de los fines últimos de la vida, sino de política social, en tanto revela ella como se aplica a las relaciones y a la convivencia, el sentido común y la sabiduría de la que Dios ha dotado al ser humano.  De modo que hay en las normas religiosas sabiduría practica para aprender a vivir, justo como suponen los proverbios y la literatura sapiensal.

lunes, 9 de agosto de 2010

De la fe a las ideas, la moderación de la Ilustración Escocesa


IV. La educación, la Confesión de Westminster y las Universidades
¿Hacia dónde conducen todas estas reflexiones de carácter histórico? ¿Qué motivación nos hace ocuparnos de estos pasajes de la historia? No estamos tratando de decir que los personajes de la Ilustración escocesa hayan sido “New York street preachers”, que no lo fueron.  Pero tampoco puede pensarse que fueran agnósticos decimonónicos, materialistas o positivistas, irreligiosos precursores de August Comte. David Hume es caso aparte, pero la mayoría de Ilustrados eran  Church Statemen, cuya diplomacia les llevó a reconocer la diferencia entre la Universidad, la política y la Iglesia, si bien la cosmovisión cristiana trajinó su pensamiento. Probar este último punto es  la tarea de estas entregas.
¿Cómo llegó a convertirse el presbiterianismo “proactivo” e “interventor” en esta visión moderada? Eso es lo que cubriremos en esta entrega: fue por la educación. Muchos han observado que los escoceses en el siglo XVIII tenían una alta tasa de alfabetismo, de alrededor del 75%, lo que pocos preguntan es por qué.  La respuesta es sencilla “el celo por la lectura de la Biblia”. Ya para 1560 la iglesia propugnaba por un sistema de enseñanza a nivel de todo el país. En otras palabas, se atribuye a la Iglesia presbiteriana la educación, y un papel parecido al luteranismo que dio resultados similares en el mundo prusiano.
Fue la educación, la literatura y la lectura lo que matizó el autoritarismo de la Iglesia presbiteriana. En suma, la teología reformándose. Se estima que para 1675 el alfabetismo era del 33 % y para 1800 era cerca del 90%. El sistema educativo fue de cobertura total porque la Iglesia, que estaba en todos lados, lo administraba y lo pagaba con tributos regionales de los propietarios de la tierra. Era una red escolar abierta a todos sin distingo de “clase social” por medio de una escuela en cada parroquia. A nadie escapa que el texto por excelencia en las escuelas era, precisamente, la Biblia. La educación fue central al presbiterianismo escocés. Su propuesta educativa fue el ser humano, la libertad y la responsabilidad.
Ya la Confesión de Westminster, pilar de la Iglesia escocesa desde 1647, establece la libertad de opinión “en todo lo que no afecte a lo esencial de la fe” (artículos 2 y 5). Así, la iglesia intervencionista de 1560 se convierte en la iglesia moderada de 1650. Debe recordarse que a diferencia de la iglesia de Inglaterra que pertenece al Estado, la Iglesia de Escocia es libre, su independencia es de origen espiritual y se recoge en la ley.  A diferencia de Inglaterra el rey, tras la unión de 1707, no es dirigente de la fe sino sólo protector de ella, y cuando el rey está en la Iglesia en Escocia es un miembro más de ella.
La tendencia hacia la moderación en asuntos de fe surgió alrededor de 1563, pero el presbiterio (de presbíteros o ancianos) no surgió sino hasta 1580, con todo, entre la educación y la Confesión de Westminster la Iglesia se moderó. Esto muy a pesar de que ya desde el Primer Libro de Disciplina (1560), se quería organizar tanto la iglesia como la vida nacional con base en la Escritura. Otra explicación de este cambio hacia la moderación  se halla en el papel de las Universidades de San Andrés, fundada en 1413, y Glasgow, en 1451, las cuales habían acogido las reformas renacentistas para el siglo XVI, que redescubrieron la Biblia como literatura, y de cuyas aulas vendrán los teólogos de siglos XVI y  XVII y los Ilustrados (teólogos y algunos hijos de teólogos,) del siglo XVIII. La teología intervencionista fue su propia moderadora, haciendo de sus ministros diplomáticos y académicos.

martes, 3 de agosto de 2010

La herencia teológica protestante de la Ilustración Escocesa


III. La Confesión Escocesa, el valor de la persona, la libertad y la responsabilidad
Consideremos ahora el contenido humano y político de la Reforma en Escocia. No se olvide que estas discusiones trajinan la formalización de la Iglesia entre 1580 y 1647. La Confesión Escocesa, un documento teológico, evidencia en su texto dos temas que serán una constante en los escritos de la Ilustración  Escocesa, la libertad y la responsabilidad.  Por supuesto que estos temas pueden trazarse a las fuentes del cristianismo, pero el interés en este momento es mostrar su presencia en el escrito esencial y formativo de la ideología presbiteriana de Escocia. Por supuesto, estos dos temas son los que definen la visión moderna del desarrollo económico liberal. Lo curioso aquí es su lugar en Escocia.
Es posible destacar como puntos de comprobación de la importancia de la libertad y responsabilidad las siguientes ideas teológicas.  Primero, la confesión busca relacionar lo espiritual y lo material. Sobre la doctrina de Dios la confesión dice: " …Nosotros confesamos y creemos que todas las cosas en el cielo y en la tierra, tanto visibles como invisibles, han sido creadas, para su conservación, y para ser gobernadas y dirigidas por su Providencia inescrutable, para el fin que su eterna sabiduría, bondad, y la justicia las ha designado, para manifestar su propia gloria ". (Ver On God). Esta afirmación no permite el escapismo religioso que define espiritualidad como aquello que nada tiene que ver con lo material. El ámbito de la libertad y de la responsabilidad es aquí y ahora.
La imagen de Dios en el hombre confirió, a este la similitud con Dios, “a quien él dio la sabiduría, el señorío, la justicia, el libre albedrío, y el conocimiento claro de sí mismo ". (Ver On the Creatiotion of man).  De modo que con estas herramientas el hombre crea relaciones y civilización. El hombre es libre y es responsable en esta descripción. Las buenas obras son elevadas al rango de la ayuda del Espíritu Santo en el ser humano, de modo que no son opcionales, subrayando de nuevo la responsabilidad. (Ver The Cause of Good Works). La Biblia dice que Dios dotó a los primeros padres de libertad y tras su caída dedujo a toda la raza su responsabilidad.  Dios no censura la libertad de emprender si no la promueve.   
Segundo, la Confesión protege al ser humano. La confesión llega a decir con toda claridad que la ley de Dios va precisamente a la raíz de todas las cosas cuando define que el bien y el mal moral coinciden con lo que protege o destruye al ser humano. Esto es crucial porque la insistencia en el Estado de Derecho, es descendiente directo de esta visión del ser humano. (Ver What Works are Reputed Good Before God).
Tercero, la confesión prevé revelarse contra el tirano y el opresor. La responsabilidad llega a expresarse en término muy claros: “Honrar a padre y madre, a príncipes, a gobernantes, y a poderes superiores; amarlos, apoyarlos, obedecer sus mandatos… salvar vidas inocentes; reprimir la tiranía; defender al oprimido; guardar nuestros cuerpos limpios y santos; vivir en sobriedad y temperancia; tratar justamente a todos los hombres, tanto en palabra como en hecho; y, finalmente, reprimir todo apetito que dañe a nuestro prójimo”.  Esta ley del amor al ser humano incluye no sólo la obediencia civil sino aun la desobediencia civil por razones ¡humanas! (Ver What Works are Reputed Good Before God).  De modo que la libertad siempre se mide frente al Estado, como Lutero ya había sugerido.
En cuanto a las políticas que han sobrevivido el paso del tiempo, no pueden ser cambiadas sin que sus captores sean declarados “enemigos de la humanidad”, cosa que tiene grandes implicaciones políticas en tanto se refiere a los magistrados. (Ver   On Civil Magistrate). De modo que hay en la Confesión misma de la Reforma escocesa, valores políticos insoslayables, de cuya raíz brotará la libertad y la responsabilidad defendidas por los escoceses ilustrados y, sin saber sus orígenes, por los liberales “austriacos” mas tarde.