lunes, 26 de julio de 2010

Legado presbiteriano de la Ilustración Escocesa



II. Juan Knox, padre de la Reforma en Escocia

El proceso de Reforma en Escocia tiene nombre y apellido: Juan Knox (1514-1572). Su presencia parecía multiplicarse en Perth, Dundee, San Andrés, promoviendo las ideas de la Reforma lo cual le ocasiono el  exilio primero bajo María Estuardo y luego bajo María de Guisa. Ordenado Sacerdote en 1540, había también recibido instrucción Luterana y Calvinista, que se decidió a abrazar y promover hasta su encarcelamiento en 1547 y liberación por los Ingleses en 1549. Knox marchó por segunda vez al exilio a Inglaterra en donde Eduardo VI le dio tal bienvenida a su Corte que aun le ofreció nombrarlo Obispo de Rochester.
En 1555 debió huir de Inglaterra dos años despues de la llegada al poder de María Tudor, en 1553. En Ginebra Juan Calvino le sirvió de modelo de reforma política y religiosa. Cómo llevar los valores a la arena pública es una tarea que requiere pasos concretos que Calvino ya había dado. La Biblia anotada (notas explicativas y teológicas) por Knox en Ingles, creada durante sus años en Ginebra gozó de gran popularidad. Esa fue  la Biblia que se llevaron a América los inmigrantes del May Flower en 1620.
Knox volvió finalmente a Escocia tras la derrota de los galos en suelo escocés, en 1559. En 1560 Knox juntamente con otros reformadores fundó la Iglesia presbiteriana, cuya doctrina y gobierno es parecida a la Iglesia de Calvino en Ginebra. Incluye esto un gobierno religioso que se encarga de los asuntos eclesiásticos y un gobierno civil que vela por las cosas públicas.  En todo momento, la Iglesia presbiteriana tiene una agenda clara que incluye los asuntos cívicos, no como terreno para la evangelización sino como campo de enculturación de los valores cristianos.
Los momentos por los que pasa la formación de la Iglesia escocesa se jalonan a lo largo de los siglos XVI al XVIII.  El primer momento son los eventos que siguen al Tratado de Edimburgo. Teológicamente se da la afirmación de la identidad protestante tomando postura en los debates teológicos con la Iglesia Católica; se desconoció por ejemplo la jurisdicción papal sobre Escocia y se promulgaron, el 24 de agosto de 1560, las Actas que destruían la antigua fe, a la vez que se aprobó, ese mismo mes, la Confesión Escocesa que discutiremos en otra entrega.
Curiosamente, la animadversión debió ser más formal o “espiritual”, porque las propiedades de la Iglesia quedaron legalmente intactas y en posesión de los ingresos de la Iglesia Católica, si bien en esta fase la fe católica esta rotundamente prohibida, la misa se penaliza con una serie de advertencias que finalmente amenazan aun con la muerte.  La Iglesia escocesa había caído en el error de convertir la fe en un campo de batalla de ideologías, tal cual su principal adversario.
El parlamento pronto se dedicó a tareas políticas, dejando la reforma de la Iglesia en manos de los clérigos. Escocia no tenía a un Calvino en el gobierno sino a una reina, indiferente, aun a las decisiones del parlamento.  Knox predicó en  1567, en la coronación del nuevo rey, Jacobo IV, Hijo de María, cuyo gobierno honró verdaderamente los viejos acuerdos religiosos y a partir de lo cual Escocia fue verdaderamente un Estado protestante. La forma final que la Iglesia había de tomar quedó aun abierta y no se concretó hasta 1689, un siglo después. Sin embargo, la predicación de Knox, forjó una nación protestante que estaba dispuesta no solo a abrazar esa fe, sino a planteársela como alternativa política y social. (Continuará)

miércoles, 21 de julio de 2010

La Ilustración Escocesa, tan luminosa como sus antecedentes



I. La Reforma en Escocia
 

La llegada de la Reforma religiosa a Escocia fue, como en otros países, un proceso doloroso, en el que los hechos se suceden movidos por los grandes motores políticos de Francia, Inglaterra y la Iglesia Católica, por un lado y el incipiente protestantismo ginebrino por el otro. Antes de mencionar a Juan Knox (1514-1572), es necesario establecer las condiciones políticas de la época. Al inicio de los años 30s Enrique VIII había roto con Roma y había sido Excomulgado. La familia real de Escocia se vería comprometida con Francia, que era desde la edad media “la primera hija de las hijas de la Iglesia”. 
Pero Enrique VIII había permitido la lectura de la Biblia en Inglaterra y esa “herejía inglesa” también afectaría al reino de Escocia. El posible matrimonio del  hijo de Enrique VIII, Eduardo, con la pequeña Maria, generó en Escocia oposición que el Cardenal David Beaton aprovechó para dar un Golpe de Estado. Un matrimonio Inglés, era para Beaton, estudioso de los movimientos reformadores, una política peligrosa teologicamente hablando. Esto precipitó la primera gran crisis religiosa y política para Escocia, la guerra Anglo-Escocesa de 1544-1545.
Una serie de eventos ocurren como parte interna de esta crisis, el encarcelamiento y muerte del  enviado de Calvino a Escocia, el predicador George Wishart; la toma por un grupo de rebeldes del castillo de San André que resulto en la muerte de Beaton; la suma al movimiento, tras esos eventos, de un clérigo de nombre John Knox. Este grupo de rebeldes se rindió conminado por un escuadrón francés que les capturó y los condenó a trabajos forzados.
La segunda gran crisis en este relato es la influencia francesa sobre Escocia, negociada por medio del matrimonio de María con Francisco II de Francia. Al salir María para ser reina consorte en Francia, quedó a cargo en Escocia su madre María de Guisa, y por la siguiente década, el poderío de Francia sobre Escocia será total, al punto que aun el sello real estuvo bajo la custodia de los franceses. La reina madre procuraba entonces la amistad de un grupo creciente de predicadores protestantes pero la desconfianza de estos hacia Francia era mayor que la amistad que la reina les ofrecía. Un grupo de nobles conocido como “los Señores de la Congregación” promovieron una revuelta religiosa contra María de Guisa.
La tercera crisis está marcada por el ascenso al trono de Inglaterra, en 1558, de Isabel I, protestante. Esto puso de nuevo al frente las esperanzas de los reformadores escoceses.  Inspirados por medidas contra los frailes y animados por los sucesos en Inglaterra, tuvo origen una serie de revueltas religiosas que sedujeron a María a aliarse a mercenarios franceses. Esta fue la gota que derramó el vaso y Edimburgo cayó pronto frente a los nobles protestantes que abandonaron a la madre Regente. El corregente A. Arran, que había sido bautizado por los franceses como Duque de Châtellerault, no tuvo más que aceptar el liderazgo de “los Señores de la Congregación”, cuyos logros, otra vez, estuvieron en riesgo por las nuevas tropas profesionales francesas, requeridas por María de Guisa y abatidas finalmente por la ayuda de los Ingleses en 1560, año en que murió la Regente.
Este es el escenario que permite se discuta “el Tratado de Edimburgo” que pondrá fin a las aspiraciones explicitas de Francia sobre Escocia y dejará a ésta en manos de los protestantes de manera resuelta. Inmediatamente se nombró un Parlamento y se formalizó la fe protestante por medio de la Confesión Escocesa, el 17 de Agosto de 1560. Este es el inicio de la reforma social y política del país, que tiene aun un largo camino por recorrer y que en este momento sólo insinúa que este desenlace representaba el interés nacional. (Continuará)