II. Juan Knox, padre de la Reforma en Escocia
El proceso de Reforma en Escocia tiene nombre y apellido: Juan Knox (1514-1572). Su presencia parecía multiplicarse en Perth, Dundee, San Andrés, promoviendo las ideas de la Reforma lo cual le ocasiono el exilio primero bajo María Estuardo y luego bajo María de Guisa. Ordenado Sacerdote en 1540, había también recibido instrucción Luterana y Calvinista, que se decidió a abrazar y promover hasta su encarcelamiento en 1547 y liberación por los Ingleses en 1549. Knox marchó por segunda vez al exilio a Inglaterra en donde Eduardo VI le dio tal bienvenida a su Corte que aun le ofreció nombrarlo Obispo de Rochester.
En 1555 debió huir de Inglaterra dos años despues de la llegada al poder de María Tudor, en 1553. En Ginebra Juan Calvino le sirvió de modelo de reforma política y religiosa. Cómo llevar los valores a la arena pública es una tarea que requiere pasos concretos que Calvino ya había dado. La Biblia anotada (notas explicativas y teológicas) por Knox en Ingles, creada durante sus años en Ginebra gozó de gran popularidad. Esa fue la Biblia que se llevaron a América los inmigrantes del May Flower en 1620.
Knox volvió finalmente a Escocia tras la derrota de los galos en suelo escocés, en 1559. En 1560 Knox juntamente con otros reformadores fundó la Iglesia presbiteriana, cuya doctrina y gobierno es parecida a la Iglesia de Calvino en Ginebra. Incluye esto un gobierno religioso que se encarga de los asuntos eclesiásticos y un gobierno civil que vela por las cosas públicas. En todo momento, la Iglesia presbiteriana tiene una agenda clara que incluye los asuntos cívicos, no como terreno para la evangelización sino como campo de enculturación de los valores cristianos.
Los momentos por los que pasa la formación de la Iglesia escocesa se jalonan a lo largo de los siglos XVI al XVIII. El primer momento son los eventos que siguen al Tratado de Edimburgo. Teológicamente se da la afirmación de la identidad protestante tomando postura en los debates teológicos con la Iglesia Católica; se desconoció por ejemplo la jurisdicción papal sobre Escocia y se promulgaron, el 24 de agosto de 1560, las Actas que destruían la antigua fe, a la vez que se aprobó, ese mismo mes, la Confesión Escocesa que discutiremos en otra entrega.
Curiosamente, la animadversión debió ser más formal o “espiritual”, porque las propiedades de la Iglesia quedaron legalmente intactas y en posesión de los ingresos de la Iglesia Católica, si bien en esta fase la fe católica esta rotundamente prohibida, la misa se penaliza con una serie de advertencias que finalmente amenazan aun con la muerte. La Iglesia escocesa había caído en el error de convertir la fe en un campo de batalla de ideologías, tal cual su principal adversario.
El parlamento pronto se dedicó a tareas políticas, dejando la reforma de la Iglesia en manos de los clérigos. Escocia no tenía a un Calvino en el gobierno sino a una reina, indiferente, aun a las decisiones del parlamento. Knox predicó en 1567, en la coronación del nuevo rey, Jacobo IV, Hijo de María, cuyo gobierno honró verdaderamente los viejos acuerdos religiosos y a partir de lo cual Escocia fue verdaderamente un Estado protestante. La forma final que la Iglesia había de tomar quedó aun abierta y no se concretó hasta 1689, un siglo después. Sin embargo, la predicación de Knox, forjó una nación protestante que estaba dispuesta no solo a abrazar esa fe, sino a planteársela como alternativa política y social. (Continuará)